Hoy puedo escribir gracias a ti
Un fatídico accidente, allá por el 97, fue el causante de mi ingreso en tu lista de pacientes. Un día negro en el que una luz se apagó pero gracias a la labor de unos ciudadanos, Cruz Roja, Guardia Civil y de muchos profesionales del Hospital General de Elda, se encendió. Y prendió más fuerte que nunca quizás para paliar el abandono inhumano del conductor que me acompañaba.
Desde ese 5 de enero hasta hoy la recuperación no ha sido fácil, pero aún así he tenido la gran suerte de ser atendida por profesionales excepcionales entre los que recuerdo y destaco al equipo de reanimación que me acompañó durante los peores días, al personal de planta de traumatología, al doctor Miralles, al que le tocó la lotería del Niño mientras realizaba el MIR, teniendo que operar un brazo destrozado, a Richard, el enfermero que realizó las curas durante meses con una atención especial, a Trini, de radiología, que ha sido un gran apoyo y mi compañera por la casa-hospital y al doctor Cebrián, que gracias a su profesionalidad y calidad humana ha conseguido que todo el proceso fuera mucho más fácil.
Estamos poco acostumbrados a agradecer las buenas acciones e intenciones, de hecho creo que ni existen hojas de agradecimiento. Tuve la suerte de poder elegir entre la medicina privada y la pública y, aunque parezca sorprendente, me decanté por el Hospital General de Elda, por la profesionalidad de su personal sanitario, destacando al doctor Cebrián y a su equipo.
Agradezco que el azar me diera la oportunidad de ser su paciente, la atención médica, la comprensión y apoyo recibido y la enhorabuena por el gran trabajo quirúrgico con el que se cierra una historia, la 94037.
Román, doctor Cebrián, hoy puedo escribir gracias a ti...