I want to believe
Abandonad toda esperanza, salmo 316º
Sería una pena que ocurriera lo de siempre: que el gran blockbuster de turno (esta semana, una de esas de superhéroes que tanto me gustan: Los Vengadores) se haga con un número excesivo de salas de ese invento del diablo que son los multicines y reduzca la posibilidad de exhibir otros estrenos tan interesantes como La maldición de Rookford o Martha Marcy May Marlene; este último, un film independiente realizado por un debutante y sin estrellas en su reparto, es por tanto el que tiene todas las de perder. Si con El Padrino Coppola consiguió realizar la película definitiva sobre el tema sin que en ningún momento se mencionase la palabra "Mafia", Sean Durkin construye uno de los acercamientos más verosímiles al mundo de las sectas sin que tampoco se haga referencia directa a ellas. Lejos de cualquier tratamiento tremendista y apostando por la elipsis, el relato alterna el presente y los recuerdos del pasado para convertirnos en testigos de la difícil reinserción en la sociedad de una adepta huida de una comuna al más puro estilo Charles Manson. Aunque es verdad que no sé si da más miedo la secta o que la brillante protagonista, Elizabeth Olsen, sea, agárrense, la hermana pequeña (aunque bastante crecidita ya) de las populares gemelas Olsen, aquellas que pasaron de interpretar a la menor de las niñas de la muy cursi Padres forzosos a convertirse en adolescentes tan repelentes e insufribles como Paris Hilton, pero por partida doble.
Esta cinta muestra el funcionamiento de algunas de estas sectas: despersonalizan al individuo y le arrebatan su capacidad de discernimiento, pero solo después de haberle fortalecido haciéndole creer que en su seno encontrará el cariño que aparentemente le ha faltado en el exterior. Esa necesidad de creer en lo que no se tiene es la que sustenta buena parte de la fe en elementos sobrenaturales, tal y como demuestra al comienzo de La maldición de Rookford una brillante cazafantasmas de pega (los fantasmas, no ella) a la que da vida una estupenda Rebecca Hall. Pero sus convicciones se tambalearán cuando visite un orfanato en la campiña inglesa por donde se pasean una señora tan inglesa como Imelda Staunton y un tipo tan poco inglés, aunque lo sea, como el McNulty de The Wire. Esta historia de fantasmas a lo Otra vuelta de tuerca no carece de algunos tópicos (como ese giro final sorprendente, al parecer peaje obligado en este tipo de relatos desde Shyamalan y Amenábar), pero cuenta con excelentes interpretaciones, una dirección elegante por parte de otro debutante, Nick Murphy... y la escena más aterradora del año, protagonizada por una casa de muñecas con figuritas de lana dentro. Ojo al momento.
Un cometido parecido al que desempeña esta joven inglesa es el que acometen la pareja de científicos formada por Cillian Murphy y Sigourney Weaver en Luces rojas, nueva película de Rodrigo Cortés tras el pelotazo de Buried. Ambos ejercen de buscadores de fraudes sustentados en la supuesta existencia de fenómenos paranormales que encontrarán en el personaje de Robert De Niro a su enemigo más encarnizado. Película valiente en la medida en que su discurso es ambiguo y aporta más preguntas que respuestas, y donde curiosamente también podemos ver a la hermanísima Elizabeth Olsen, demuestra que aquellos que creíamos ya después de ver Concursante que Cortés era un director a seguir estábamos en lo cierto. Ahora bien, lo que yo quiero creer de verdad ahora mismo es que Los Vengadores será buena; pero eso ya se lo confirmaré cuando la vea, porque mis capacidades precognitivas son más bien nulas.
Martha Marcy May Marlene, La maldición de Rookford y Luces rojas se proyectan en cines de toda España.