Opinión

Imbéciles en la Cueva del Lagrimal

Durante este largo “fin de semana” he tenido la oportunidad de volver a la Cueva del Lagrimal, en la Sierra de Salinas. Como cada vez que tengo la oportunidad de llegar hasta allí, el fantástico entorno de la Sierra y la majestuosidad de la naturaleza te hace sentirte insignificante, a la vez que te permite vivir sensaciones imposibles de experimentar en la ciudad, entre tanto coche, grito, semáforos, atascos, telediarios, vecinos…
No obstante, en esta visita a la Sierra de Salinas he podido comprobar también cómo los imbéciles se trasladan a todos los lugares. Una vez aparcado el coche bajamos a la Cueva del Lagrimal, lugar que todos deberíamos visitar alguna vez. El acceso es fácil, y cuando llegas a la entrada de la cueva la impresión es siempre la misma: paz, tranquilidad, sosiego, así como la inexplicable sensación de vivir en otro momento histórico, pero en esta ocasión, al llegar a la entrada, las sensaciones fueron diferentes, porque los imbéciles también han llegado hasta la Cueva del Lagrimal.

Las pintadas que en ocasiones vemos en simples fachadas –sin que por ello dejen de ser una auténtica barbaridad propia de gentes sin civilizar– o en importantes monumentos –pintar en una iglesia como la de Santiago debería ser delito–, también han llegado a este paraje, rompiendo todo el encanto que pudiera rodear a este precioso enclave. ¿Quién iba a imaginar que los cafres se llevarían un spray hasta allí? ¿Quién puede hacer estas salvajadas?

PD. Es verdad que estas pintadas no son recientes, sino que llevan algún tiempo ahí, pero hasta que no las he visto en persona no me han provocado tanto malestar. Por cierto, ¿nadie se ha molestado en limpiarlas? ¿A quién corresponde la conservación de nuestro patrimonio histórico?

Habitada durante 12.000 años
Investigada por el arqueólogo José María Soler, quien dio cuenta de su existencia, la Cueva del Lagrimal estuvo habitada durante 12.000 años, amparando a humanos prehistóricos que se guarecieron en ella de un entorno hostil, atosigados por fieras o la dureza climatológica. También fue utilizada durante la ocupación musulmana de la península. Así mismo, siglos atrás dio amparo a bandoleros, y en última instancia, sirvió como refugio durante la Guerra Civil.

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