Cultura

In Urbe 2008

Quien conozca Alicante, desde hace años o desde hace meses, habrá percibido la extraña relación que la ciudad mantiene con la Cultura. No podemos obviar las apuestas de la Ciudad (déjenme decir ciudad donde Equipo de Gobierno de Alicante) por el Marq, el Musac, los pasillos del Castillo de Santa Bárbara o la Lonja (lean al respecto las críticas de Guillermina Perales).
De igual modo, al pensar en Cultura, sumaremos el Teatro Principal y el Arniches y tampoco olvidaremos actividades puntuales en el puerto, las de Hogueras, los Moros y Cristianos o el Carnaval. Ni pasaremos por alto los festivales: el Festitíteres, la Muestra de Autores Españoles Teatrales Contemporáneos (organicen el nombre al gusto) o El Festival de Música Contemporánea… Y dejando quizás muchas otras propuestas por enumerar, yo concluyo citando las actividades lanzadas desde la Universidad de Alicante (esas que en nuestra Universidad de Verano lo son todo pero allí sólo son otro grano de arena). Muchas alternativas culturales como pueden ver, y aún así puede que piensen, como yo pienso, que Alicante y la Cultura no mantienen una relación realmente afectiva. Es como si algo fallara o faltara.

En tal extraño océano también navega el Centro 14. Un centro municipal que transforma en materia la abstracción del Área de Juventud. Desde allí surge la presente edición del proyecto In Urbe: “In Urbe quiere ser una manifestación artística vinculada al espacio urbano de la ciudad de Alicante. Se manifiesta, exclusivamente, alrededor de los lugares que se dan en ella: calles, plazas, pasajes; en sus límites con el exterior, ventanas, hornacinas, suelo”. Para afrontar el reto se han seleccionado once propuestas de las setenta y cinco presentadas. Y once han sido las intervenciones que se “han colado” entre el paisaje urbano. Hasta tal punto se han infiltrado las obras artísticas en la ciudad que corremos el riesgo de tropezarnos con ellas y convertirnos en víctimas de su esencia. Como el caso de los carteles de “Se Vende” colgados en todos los balcones del Colegio de Arquitectos. Al verlos sin conocer de antemano el propósito uno se ve envuelto en una conversación acerca de la situación de la vivienda –un aspecto pretendido por dicha intervención artística–. De igual manera nos hacen vivir experiencias el resto de propuestas que encontramos por las calles. Plantean incongruencias, aportaciones cromáticas, transgresiones en las formas o en la funcionalidad de los elementos urbanos…, toques de artista en definitiva que convierten nuestro paseo en un juego genial que alienta nuestra curiosidad, despierta nuestra conciencia y anima nuestras vidas. Un juego que al contrario de los faustosos eventos de moda nos deja participar y reflexionar. Un juego, como tantos otros que ha parido la ciudad desde sus entrañas, de sus gentes, que consigue ver la luz con una fortuna que se ha negado a otros hermanos.

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