Incongruencias (carta al director)
En este país de charanga y pandereta en que vivimos, cada vez cuesta más ver reacciones lógicas en la respuesta ciudadana a los problemas cotidianos, sobre todo los políticos.
Es bien cierto que existen numerosos colectivos ciudadanos que cuentan con gente muy comprometida, aunque con poca cota de poder, que luchan por solucionar distintos problemas que se crean por disfunciones políticas o sociales y que en cierto modo contribuyen a que la sociedad, tal como la conocemos, no salte en pedazos.
Pero resulta que aquí se han financiado irregularmente todos los partidos y sindicatos, estatales y autonómicos, sin excepción. Aunque aquí habría que matizar que a algunos todavía no se les ha pillado, quizás porque todavía no han alcanzado cierto nivel de influencia. Además se han enriquecido muchos de los miembros de esos partidos, sus familiares, amiguetes y empresarios afines. Todo ello con dinero procedente de los impuestos de todos los españoles. Y aquí no devuelve el dinero ni Dios. Les sale gratis.
Ahora que estamos en campaña electoral permanente y se realizan encuestas constantemente para intuir la intención de voto de los ciudadanos, resulta que, a nivel estatal, la mayoría votaría a un partido al que se le conoce un escandaloso caso de corrupción con financiación irregular, sobres e indecente enriquecimiento de algunos, que no han devuelto un euro a las arcas estatales. En Madrid y Valencia, por hablar de autonomías que gobierna el mismo partido, con casos sangrantes de corrupción y financiación irregular, resulta que ese partido volvería a ganar. En Andalucía, por seguir con las autonomías aunque con diferente partido, ocurre lo mismo, se encuentran implicados numerosos políticos, sindicalistas y otra fauna allegada que se lo han estado llevando crudo y que no han devuelto ni un euro, pero es que el partido al que pertenecen va a ganar allí.
Eso que he descrito, lo dicen las encuestas, que acertarán, o no. Pero es que siguen existiendo forofos de los partidos políticos que van a seguir votándoles, aun sabiendo de su corrupción y de que no han hecho nada para intentar evitarla, ni para que aflore, ni para que se devuelva ni un duro de lo que han trincado ni de lo que trincarán.
Sólo leyes que despojen de sus bienes a quienes se han enriquecido ilegalmente e indemnicen a los perjudicados podrían acabar con la corrupción. Los manifiestos de buenas intenciones que hablan de buenas prácticas, ética o moral no sirven de nada contra personas que no conocen el significado de esas palabras ni la vergüenza, salvo que vayan acompañadas de leyes penales y civiles que los disuadan. Y eso no lo ha hecho ningún partido, ni lo harán, pero sus forofos les seguirán votando.
Por otro lado, el partido emergente que parece que pretendía acabar con la situación que hemos narrado, aquello que en su día dieron en llamar casta, parece que algunos de sus miembros son también casta (casta complutense los llama un amigo mío), entendiendo por casta una persona que por su trabajo obtiene unas cantidades que la mayor parte de quienes leemos este diario no soñaríamos con acercarnos ni a su décima parte. Esto además de que no esté muy claro qué modelo de sociedad pretenden construir si acaban con ésta.
No seré yo quien aconseje a nadie qué partido debe votar o no a nivel estatal, autonómico o local, porque francamente nos lo han puesto muy difícil. Pero tengo claro que debe ser a quienes más honrados, trabajadores y demócratas nos parezcan, da igual el partido.