India
Cada experiencia sobrepasó de largo mis expectativas, pues han sido únicas e irrepetibles
Hola de nuevo, personas lectoras. Como lo prometido es deuda, voy a intentar describir con palabras, si es posible, mi viaje a la India.
El motivo que nos llevó a este inmenso país, es uno de esos que cuando se presentan en tu camino te hace plantearte si cabe otra opción que no sea aceptar, a sabiendas de que la posibilidad de que algo similar vuelva a pasar por delante de ti es estadísticamente muy improbable. Es por ello que, Paco y yo, nos liamos la manta a la cabeza, dijimos sí, y en pleno diciembre pusimos rumbo a la ciudad india de Vadodara, situada en el estado de Gujarat, para lanzarnos a la aventura de vivir un invierno con 30 grados y asistir como invitados de honor a una boda hindú.
Los novios, Sagar e Isabel, son un singular matrimonio Indio/Español al que agradeceremos siempre el ejercicio de inmersión cultural que vivimos y disfrutamos los tres días que duraron los fastos, durante los cuales vestimos como ellos, bailamos con ellos, comimos su comida y fuimos parte de sus ritos y de los ceremoniales de unas celebraciones sujetas a costumbres ancestrales que como occidentales nos asombraban a cada paso. Debo decir que cada experiencia sobrepasó de largo mis expectativas, pues ha sido una experiencia única e irrepetible.
Poder ser partícipes de los rituales privados en las ceremonias matrimoniales de la casta Brahmán (la más alta en la India) nos permitió conocer una cara de la India colorista, alegre, ritualista, ostentosa y opulenta, que solo está a disposición de los más privilegiados, que son la minoría.
He de confesar que, personalmente, esos días me tuvieron sometida a una montaña rusa vivencial y emocional, por lo complicado que suponía gestionar el contraste brutal entre una boda de Las Mil y una Noches y las calles de la India. En ellas encontré un desorden generalizado, una suciedad impensable para nosotros y la pobreza extrema de sus gentes, que en toda su dimensión se hacía casi insoportable al verla en los niños, las niñas y la gente anciana.
Cada vez que hacíamos el trayecto entre el hotel y los maravillosos escenarios elegidos para las diferentes celebraciones, o salíamos a conocer la ciudad, la realidad India se nos presentaba sin filtros. La realidad de la dura forma de vida de quienes han nacido en las castas más bajas de una estructura social profundamente injusta, pero fuertemente instalada política y religiosamente en una sociedad que sostiene en la mendicidad endémica y perfectamente aceptada a millones de seres humanos que viven al ras del suelo, literalmente.
He dejado la contaminación para el final, pues esta es indescriptible con palabras. El tráfico es infernal y sus consecuencias medioambientales son de una dimensión que asusta. El aire que dejan a su paso los tubos de escapes de millones de motocicletas, mototaxis (tuctuc), automóviles y autobuses, en su mayoría viejos y destartalados y sin ningún tipo de control medioambiental, al que se unen las emisiones diarias de miles de industrias, impiden saber si el cielo indio es azul, pues tan solo lo vi gris.
Además, este modo de vida condena a las personas a llevar la boca tapada de forma permanente intentado evitar tener que respirar constante y continuamente ese veneno aéreo, que genera ardor en los ojos y picazón en la garganta casi todo el tiempo, y que tiñe de negro las edificaciones, los espacios naturales, las fosas nasales y los pulmones.
La situación de contaminación relatada puede parecer exagerada, pero está a disposición de cualquier persona que visite este inmenso país, pues a poco que aterrizas en Mumbay comienzas a tomar conciencia de ello. Aun así, como no quiero acabar en modo negativo, quiero traer esta nota de esperanza, (La primera aldea 100% energía renovable de la India promueve la sostenibilidad y la autosuficiencia | Noticias ONU (un.org)), que también se está dando en India.
Revertir la situación se me antoja más como un deseo que como una realidad, pero, si paulatinamente el gobierno y las empresas indias se toman en serio la implantación de energía sostenible, en un futuro (creo que lejano) puede empezar a equilibrar su balanza contaminante, no estará todo perdido. Y si, además, estas políticas medioambientales suponen un medio capaz de generar ingresos por ahorro, en sus ciudadanos más desfavorecidos, que son muchos, la posibilidad de éxito es muy alta, solo espero que así sea. Namasté.