Da rabia que las noticias con verdadero lustre y sesgo positivo publicadas en la edición digital de este periódico (que Villena sería uno de los marcos de la próxima temporada de Juego de tronos, y que Javier Esquembre sería nombrado Conseller) correspondiesen con las inocentadas del pasado 28 de diciembre. Como si no merecieran ser verdad. Como si fueran una entelequia.
Por supuesto que Villena podría servir de decorado a Juego de tronos. Igualándose a cualquiera de los marcos históricos que encuentran los que se encargan de las localizaciones de la serie. Y por supuesto que esto merecería ser noticia un 28 de enero, de febrero o de marzo. No un 28 de diciembre. Por supuesto que harían muy bien desde la presidencia de la Generalitat en contar con un conseller villenense. Sería todo un detalle y un signo de discriminación positiva hacia una comarca, la nuestra, que no ha contado con demasiado gestos políticos que jueguen a favor de obra, la verdad sea dicha.
Cuando el IVAM anuncia una especie de subdelegación en Alcoy (más promesa que realidad, puesto que sin una dotación presupuestaria adecuada, el CADA no puede ni de lejos parecerse al centro de arte valenciano) también el Museo de Villena debe sacar pecho desde ya mismo, postulándose como el más relevante de la provincia, solamente por detrás del MARQ, y el número uno de la Comunidad en materia de Etnografía. A un tiro de piedra de este complejo, precisamente, se encontraba el cine Imperial, entre 1958 y 1980 el mayor de la provincia, un prodigio arquitectónico que hubiese podido ser de propiedad pública por unos cuantos millones de pesetas que, convertidos en euros, hoy nos darían risa. Basta ya de inocentadas. Villena tiene razones para creérselo. Para clamar y reclamar. Todos a una.
