Intrusos
Abandonad toda esperanza, salmo 367º
Hay películas que crean escuela, y es inevitable referirse a ellas cuando alguna de las que vienen después trata una temática parecida. Este es el caso de los retratos de familia como un círculo cerrado en los que se introduce un elemento nuevo que lo dinamita desde dentro, y en donde la referencia ineludible es Teorema, la película de Pasolini que sale a colación cada vez que alguien como Vicente Aranda en Intruso o Takashi Miike en Visitor Q se atreve a hacer algo parecido. El último en sumarse a esta tradición es Park Chan-wook, cineasta surcoreano que en sí mismo ejerce de intruso con esta su primera producción estadounidense. No obstante, pocos críticos han aludido a aquella cinta que protagonizara Terence Stamp, y no porque no se acuerden de ella; es que resulta mucho más sencillo citar las películas a las que no remite Stoker, a la sazón escrita por Wenworth Miller (otro intruso: es el actor tatuado de la serie Prison Break debutando en estas lides) y protagonizada por Mia Wasikowska, Nicole Kidman y Matthew Goode, este en la piel del nuevo elemento en cuestión. Y qué elemento: su "tío Charlie" remite, claro, al tío Charlie que encarnara Joseph Cotten en la magistral La sombra de una duda de Hitchcock; pero no es difícil ver en esta revisión del gótico americano ecos de otras obras maestras como La noche del cazador (a mi parecer otra de las películas más influyentes de la historia del cine), Lolita (la de Stanley Kubrick y/o la de Adrian Lyne) y hasta El seductor, film semiolvidado de Don Siegel a reivindicar por encima de su Harry el Sucio (que ya es reivindicar). Pero, más allá del gran número de ingredientes utilizados, y gracias al talento visual del realizador y algunas escenas muy conseguidas, como la secuencia de la ducha -(per)versión onanista de, otra vez Hitchcock, Psicosis-, el cóctel resultante funciona. Eso sí: no se esperen un cóctel molotov de la graduación de Old Boy.
El actor que, al igual que Wenworth Miller, también estaba dispuesto a ejercer intrusismo profesional es Matt Damon, decidido después de ganar un Oscar como guionista por El indomable Will Hunting a debutar en la dirección con Tierra prometida. Al final otros compromisos le hicieron abandonar su propósito, y cedió el proyecto al director de aquella, Gus van Sant, que lo mismo filma para los grandes estudios cintas como la citada o Descubriendo a Forrester, que apuesta por relatos al margen de la industria como Elephant o Paranoid Park. Esta su última película, que pertenece más bien al primer grupo aunque está filmada con tan buen gusto que puede pasar por ser del segundo, está protagonizada por un empleado de una gran empresa de gas natural que viaja a un pueblo agrícola -de nuevo, la historia de un intruso- y que una vez allí intenta convencer a sus habitantes de que les alquilen sus terrenos; lógicamente, tendrá que enfrentarse a las lógicas reticencias de algunos de los lugareños, además de a un defensor del medioambiente que inicia una campaña en su contra. El film, aunque lejos de ser uno de los mejores trabajos de su autor, no resulta demasiado maniqueo y se ve con bastante agrado.
Quizá les parezca un poco traída por los pelos la relación que establezco entre ambos títulos y su vinculación con Teorema y otras propuestas similares. Quizá lo que estoy haciendo es eludir hablar de la supuesta película de la temporada: la nueva versión de El gran Gatsby a cargo de Baz Luhrmann, que a fin de cuentas podría entenderse como el retrato de otro intruso. Quizá no pueda evitarlo y acabe yendo al cine a verla y se lo cuente la próxima semana. O quizá no. Vayan ustedes a saber.
Stoker y Tierra prometida se proyectan en cines de toda España.