Abandonad toda esperanza

Jam session de lecturas

Abandonad toda esperanza, salmo 893º

Aprovechando estos días de descanso de la Semana Santa, me he dedicado a leer algunos textos relacionados con uno de mis géneros musicales favoritos. Sin duda, de todos ellos la novedad más atractiva de cara a un público generalista es la publicación de Retratos de jazz, el libro en el que el escritor japonés y eterno candidato al Nobel Haruki Muramaki recoge las semblanzas de cincuenta y cinco artistas destacados de dicho estilo musical; cada uno de este más de medio centenar de retratos está acompañado por la recomendación de un título concreto de la discografía del intérprete en cuestión, así como por una ilustración a cargo de su compatriota Makoto Wada (que firma el volumen al alimón con el autor de Kafka en la orilla). Resulta curioso que la lista de retratos no guarde ningún orden lógico (o, al menos, yo no se lo he encontrado); y en ella nos topamos por igual con figuras mundialmente conocidas que han trascendido los límites del género, la mayoría nombres clave del jazz vocal (es el caso de Nat King Cole, Frank Sinatra o Tony Bennett, que acompañan en esta posición privilegiada a Glenn Miller o Gene Krupa); como con músicos más minoritarios -pero sobradamente conocidos para cualquier aficionado al jazz, aunque sea un diletante como servidor- como Fats Waller, Art Blakey, ‘Cannonball’ Adderley, Sonny Rollins, Lee Morgan, Ornette Coleman o el más cercano en el tiempo Herbie Hancock.

Una muestra de algunos de los "retratos de jazz" de Makoto Wada

Por supuesto, no faltan en este Retratos de jazz la plana mayor de los más grandes del género, situados a partir de la etapa final de la era de las big bands y a lo largo de la revolucionaria aparición y desarrollo del bebop: Duke Ellington, Billie Holiday, Charlie Parker, Bill Evans, Stan Getz, Chet Baker, Miles Davis o Thelonious Monk son buenos ejemplos de ello. En cuanto al estilo literario de los textos de Murakami, de redacción sencilla y por tanto accesibles para cualquier lector curioso, hacen de la presente obra -junto con la celebridad de su principal responsable, claro está- una propuesta divulgativa de gran alcance que podría servir de puerta de entrada a muchos profanos; y su lectura resulta tan placentera que hasta les perdono al autor de Tokio Blues y al propio Makoto Wada que no hayan incluido a John Coltrane, para mí figura indispensable sin la que no se entiende el jazz de la segunda mitad del siglo XX. Lo que, en mi caso, ya es mucho perdonar.

Con "Un canon personal", Brad Mehldau nos ofrece unas memorias descarnadas

Si el autor de Blue Train y A Love Supreme es mi jazzman clásico favorito, Brad Mehldau es uno de mis músicos predilectos dentro del jazz contemporáneo; y afortunadamente tuve la ocasión de verlo en directo hace ya unos años en Alicante. Por ello no es de extrañar que haya recibido con gran interés la publicación de Un canon personal: unas memorias que este pianista (que también se ha atrevido a cultivar la música clásica) arranca rememorando la escena jazzística del Nueva York de finales de los años ochenta y principios de los noventa, una época en la que evoca la formación de un hoy ya mítico cuarteto junto al saxofonista Joshua Redman (otro de mis preferidos, dicho sea de paso). Tampoco esconde los aspectos más oscuros de su biografía, en especial un largo período de adicción a la heroína que lo sumió en un pozo aparentemente sin fondo pero del que logró salir finalmente. Pero lo que hace de esta autobiografía una obra excepcional que se aparta de las propuestas convencionales dentro de los libros sobre música en general y jazz en particular es que su autor trasciende el comentario sobre este arte y dialoga por igual con sus referencias literarias (caso de James Joyce o Thomas Mann, por ejemplo) como con las alternativas musicales (que tampoco son las habituales, pues también le interesan particularmente Bob Dylan y el rock progresivo). El resultado es una lectura que puede resultar sumamente interesante no solo para los melómanos, sino también para cualquiera que guste de los testimonios en primera persona o disfrute ampliando las fronteras de su gusto cultural.

Scott Fitzgerald, un cronista excepcional de la época que vio nacer al jazz

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me permito hacerme eco de un libro que no trata exclusivamente de jazz pero que refleja muy bien la época que le vio nacer: es el caso de Ecos de la Era del Jazz y otros ensayos, que recoge veintidós de los mejores textos de no ficción -cuatro de ellos inéditos en castellano hasta la fecha- que Francis Scott Fitzgerald publicó a lo largo de su vida en periódicos y revistas literarias. Precisamente en el que da título al volumen, el autor de El gran Gatsby incluye una reflexión sobre los orígenes etimológicos del término que nos ocupa y su evolución temprana: “La palabra jazz, en su lenta evolución hacia la respetabilidad, ha sido sinónimo de sexo, luego de baile, por último, de estilo musical. Se la relaciona con un estado de excitación nerviosa no distinto al que tuvo lugar en las grandes ciudades justo en la línea de combate. Y es que para muchos ingleses la Guerra aún no ha terminado, porque todas las adversidades que los amenazan siguen presentes: comamos pues, suelen repetirse entre ellos, bebamos y seamos felices, porque mañana moriremos”. Aunque es obvio que los textos fueron redactados para distintos medios y por tanto pueden leerse de forma independiente e incluso desordenada, la lectura completa del volumen tal y como está construido por el especialista Juan Ignacio Guijarro González se lee como una crónica privilegiada de las primeras décadas del siglo pasado, desde los llamados “felices años veinte” hasta la etapa prebélica de la década siguiente -con el crack del 29 como inicio de la fatal caída-, de la mano de un cronista de excepción como el autor de Hermosos y malditos.

Una muestra del arte del tercer tomo de "Blue Giant"

Y ya puestos a echarle algo de morro al asunto e insistir en mi proselitismo de costumbre, si alguno de ustedes ha llegado hasta aquí por ser aficionado al jazz le recomiendo que aunque no sea un lector habitual de cómics le eche un vistazo a Blue Giant, el espléndido manga en el que Shinichi Ishizuka rescata de forma indirecta a algunos maestros del género. Si en el primer volumen (que ya les recomendé en su día) nos presentaba a su protagonista, el joven Dai Miyamoto, y sus primeros pasos para convertirse en un saxo tenor de primera fila; y en el segundo (que también reseñé) le seguíamos en su viaje a la capital dispuesto a triunfar en la escena jazzística del momento; en la tercera entrega asistimos a la fundación de Jass, un terceto de músicos de dieciocho años formado también por uno de sus mejores amigos y novato en el arte de tocar la batería, y un joven pianista superdotado con el que protagonizará una lucha de egos. Les aseguro que esta Blue Giant es una colección de lectura muy gozosa -y ojo, que ya se ha publicado el cuarto tomo de un total de cinco-; sobre todo si, como con el resto de recomendaciones de hoy, se tira de cedé, vinilo o plataforma de streaming para acompañarla del hilo musical correspondiente.

Retratos de jazz, Un canon personal, Ecos de la Era del Jazz y otros ensayos y Blue Giant (vol. 3) están editados por Tusquets, Berenice, Cátedra y Distrito Manga respectivamente.

(Votos: 2 Promedio: 5)

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