Opinión

José Ayelo: ‘El Herodes del Belén de Villena, este año, lo representa el procedimiento administrativo’

Antes de proseguir he de advertir algunas cosas: el hecho que dentro de un momento vaya a hablar de un belén, no quiere decir que me identifique con religión alguna. Tampoco con lo que voy a decir me coloco en una posición política determinada; mi opinión al respecto tiene que ver con la gestión de la cultura que es a lo que me dedico desde hace algunos años. Tampoco voy a entrar a analizar los antecedentes, quienes me lean de fuera de Villena que se miren lo que ha ocurrido (si les interesa) con el montaje del Belén en la Casa de la Cultura.
Lo que me preocupa de todo esto, ya lo venimos denunciando desde hace mucho tiempo desde la gestión cultural y desde casi todos los ámbitos relacionados con la cultura. Denuncias, por cierto, que han tenido el mismo éxito que las políticas europeas de ayuda a los refugiados.

Y todo el mundo, aparentemente, está de acuerdo, seguro que si montamos una manifestación acudimos de todos los bandos, sensibilidades e ideologías. Pero a la hora de plantar cara nadie tiene la valentía de atajar el problema, que no es otro que el de la completa indiferencia, el castigo y el entorpecimiento a su desarrollo, que desde el procedimiento administrativo, la fiscalidad y la contratación pública se le aplica a la cultura de base. Lo ocurrido con la Asociación de Belenistas de Villena deja bien claro el dicho popular de "entre todos la mataron y ella sola se murió": todo el mundo defiende el asociacionismo y la saludable labor que la sociedad civil hace en beneficio de la colectividad. Sin embargo, lo cierto y verdad es que el Herodes del Belén de Villena, este año, lo representa el procedimiento administrativo, ejerciendo de Pilatos la nueva ley de contratos y la no llegada del IVA cultural.

No seré yo quien señale con el dedo a nadie, a todos nos pagan para cumplir con nuestras obligaciones, pero de seguir así la rigidez del procedimiento, si no se trabaja desde las instancias políticas para establecer la excepcionalidad de la cultura, y sobretodo la que llevan a cabo asociaciones y artistas amateurs, la cultura no comercial está abocada a desaparecer.

Se mire por donde se mire, una actividad cultural como el Belén, como los conciertos de grupos musicales noveles, como la promoción de artistas emergentes, o la cooperación cultural, no son actividades económicas (así se entiende en otros países a los que admiramos), entre otras cosas porque a nadie le procura un beneficio que le permita vivir de ello. ¿Alguien se cree que con los 8.000€ que paga el Ayuntamiento por el Belén, podrían vivir las 10 personas que lo hacen, después de pagar los materiales?

La situación es más preocupante de lo que parece, sobre todo para los centros culturales que tienen la misión de servir de plataforma para que la creación no mercantil siga emergiendo. Es tan urgente trabajar en la excepcionalidad fiscal y administrativa de la cultura no profesional como en la reducción del IVA cultural, que ya les vale, por cierto, a los que prometieron su rebaja.

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