Joyas literarias ilustradas (y 12)
Abandonad toda esperanza, salmo 601º
Aunque la semana pasada ya les recomendé la versión en viñetas de un cuento de Neil Gaiman, hacía ya bastante tiempo -concretamente, desde mayo del año pasado- que no le dedicaba una columna completa (¡y con esta ya van una docena!) a diversas adaptaciones literarias al cómic. La primera que quiero sugerirles hoy parte de la cuarta novela del gran Richard Matheson: El hombre menguante; un título cuya popularidad subió como la espuma tras la adaptación cinematográfica que el siempre eficiente Jack Arnold dirigió en 1957 (tan solo un año después de que viera la luz el libro) a partir de un guion del propio autor de Soy leyenda, y que terminó convirtiéndose en una de las cumbres del cine fantástico de bajo presupuesto y por tanto de serie B... que resulta superior a la mayoría de producciones del género de serie A, dicho sea de paso. Ahora, las peripecias de Scott Carey -un sujeto común que tras ser afectado por una niebla radiactiva comienza a menguar a razón de tres milímetros y medio al día- vuelven a materializarse gracias al editor Ted Adams, aquí en funciones de guionista, y el dibujante Mark Torres; dos autores cuya colaboración, de resultado impecable, logra captar toda la angustia existencial y la crueldad metafísica del original literario. A destacar que la edición española del cómic cuenta a modo de material complementario con sendos textos de gran interés a cargo de los escritores Peter Straub y David Morrell, además de otros dos firmados por el propio Adams.
Al contrario que en el caso anterior, no conozco la novela homónima del escritor Fernando Arias en la que se basa Yo fui guía en el infierno, pero puedo intuir que la innegable deuda de este cómic con grandes clásicos de nuestra literatura -especialmente el Quijote de Cervantes, pero también los relatos picarescos del Lazarillo de Tormes y El buscón de Quevedo- ya estaba presente en aquella. Por otro lado, al menos para el que esto firma, este relato del periplo del biólogo valenciano Antonio José Cavanilles y su guía, un joven lugareño de quince años, por el árido paisaje de la Hoya de Castalla de finales del siglo XVIII cuenta como principal atractivo con el trabajo gráfico de Gerard Miquel, que en paralelo al contraste que se establece entre las supercherías medievales y el progreso que representa la Ilustración también se articula a partir del encuentro entre el estilo del autor, en un bitono elegante tan límpido que puede recordar a un Max o un Juan Berrio, y una serie de estampas grotescas que no desentonan ni un ápice dentro de una tradición conceptual tan española como la que va de las pinturas negras de Goya al tremendismo del primer Cela, pasando por el esperpento valleinclanesco o la España vista por Gutiérrez Solana. Un trabajo, pues, soberbio el de Gerard Miquel, al margen de los valores artísticos del texto original en el que se basa, que imagino considerables.
Si en Yo fui guía en el infierno el principal atractivo, al menos para el que esto firma, reside en el apartado visual, en la adaptación de El rey Lear a los códigos del cómic japonés ocurre todo lo contrario: nada de extrañar, cuando el texto del que se parte es la incontestable tragedia isabelina de William Shakespeare, mientras que la misión de los adaptadores (no acreditados) es, como en el resto de títulos de esta colección, la de ayudar a difundir entre los lectores más jóvenes el texto literario del que se parte. En este caso, se trata de una de las obras mayores del dramaturgo inglés, paradigma de la codicia y las malas decisiones como Hamlet lo es de la duda, Macbeth de la ambición, Otelo de los celos posesivos o Romeo y Julieta del amor imposible; un drama universal que en su adaptación a la estética del tebeo nipón pierde, lógicamente, la suprema belleza y la marcada profundidad de los parlamentos shakespearianos; pero que por otro lado conserva buena parte de la fuerza y el impacto del original. Que de eso se trataba, principalmente.
El hombre menguante, Yo fui guía en el infierno y El rey Lear (El manga) están editados por Planeta Cómic, Desfiladero y La Otra H respectivamente.