Julio Guillén dona al ayuntamiento un cuadro de Hermógenes Esquembre de principios del siglo XX
El empresario Julio Guillén ha realizado una nueva donación al ayuntamiento, en este caso un cuadro del pintor villenense Hermógenes Esquembre, nacido en 1887, que reproduce la figura de un moro viejo durante el desfile de La Entrada.
Como en otras ocasiones, fue Vicente Prats quien puso a Guillén sobre la pista de esta obra y el resto de la producción de Hermógenes Esquembre, artista villenense nacido en 1887 y que se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, y el Círculo de Bellas Artes en Madrid. Finalizados sus estudios tuvo negocios en Villena, como una academia artística junto al pintor Luis García, donde impartieron clases a artistas destacados de la ciudad como Pepe Cortés o Ladislao Jareño, aunque Esquembre acabó trasladándose a Elche en 1920 tras su matrimonio con Victorina Penalva, hija de un fotógrafo ilicitano, disciplina a la que acabaría dedicándose el villenense.
La hija de dicho matrimonio, de nombre Victorina, fue la heredera de toda la producción artística de Hermógenes Esquembre, y a su fallecimiento en 2007, soltera y sin hijos, legó su herencia a Nuria Quiles, hija de la mujer que la atendió durante muchos años. Fue precisamente Quiles la que decidió ceder dicha producción artística al Museo Pusol de Elche, que atesora entre sus fondos, procedentes en su mayoría de donaciones, infinidad de elementos relativos a la vida durante el siglo XIX y principios del XX en el Camp dElx y en la ciudad.
Tras una negociaciones de varios años, Guillén ha podido al fin adquirir una obra fechada entre 1906 y 1911 cuyo sitio no es mi casa, sino un lugar privilegiado, como el ayuntamiento o el futuro museo, donde pueda ser contemplada por los ciudadanos y admirada por lo que representa y por quién la hizo, apuntaba.
El respecto, el alcalde mostraba su satisfacción por la cesión y agradecía el trabajo de Guillén por encontrar, recuperar y poner a disposición de los ciudadanos de Villena bienes particulares que, gracias a su generosidad, acaban convertidos en un bien público. No obstante, no podía concretar cuál será la ubicación definitiva del cuadro, que en cualquier caso encontrará pronto su espacio en un lugar a la altura de lo que se merece, concluía.