¡LAlcoià askatasuna!
De un tiempo a esta parte se viene hablando de la posibilidad de que las vecinas localidades de Biar, Cañada, Campo de Mirra y Benejama, aprovechando la futura Ley de Comarcalización, ahora en fase de redacción, cambien de comarca y abandonen el Alto Vinalopó para integrarse en LAlcoià.
Con dicha Ley la Generalitat, con el argumento de que las administraciones más cercanas al ciudadano se asocien como deseen para buscar la eficiencia en la gestión del dinero público, busca socavar el peso de las Diputaciones, especialmente en lo que se refiere a su control sobre las localidades pequeñas, apostando por tanto por reforzar el marco comarcal. Y es en este contexto donde diversos actores de la sociedad civil de nuestro entorno, agrupados alrededor de la asociación Institut dEstudis de les Valls de la Mariola, han intensificado una reivindicación que si bien es histórica motivos objetivos no faltan, como por ejemplo la lengua, lo cierto es que ha estado soterrada durante décadas.
Comparta o no esta o aquella postura, servidor no tiene problema alguno en que sea cada sociedad ya somos todos mayorcitos la que decida hacia dónde quiere encaminar su futuro (no hace mucho ya mostré en estas mismas líneas la envidia que me da ver cómo trata el Reino Unido cuestiones como la independencia de Escocia o el famoso Brexit), pero también soy partidario de que, puestos a decidir sobre cambios de importancia que nos afectan a todos, se ponga hasta la última carta sobre la mesa y no se escamotee a los ciudadanos el debate, es decir, que no se lo guisen y se lo coman entre la clase política y las cuatro asociaciones arrimadas a la causa y tradicionales abajofirmantes de lo que sea menester.
A mí, que administrativamente Biar, La Canyada, Camp de Mirra i Beneixama cambien de comarca me importa una higa: pienso seguir yendo lo mismo que hasta ahora, comprando en los mismos lugares, comiendo en los mismos restaurantes y queriendo a los mismos amigos, pero me gustaría saber, por ejemplo, qué va a pasar con servicios públicos que compartimos hasta hoy, como el Juzgado, el Centro de Especialidades, el Hospital de Elda, la delegación de Hacienda o el Instituto Nacional de la Seguridad Social, que no son más que la punta del iceberg de una relación construida cordialmente a lo largo de los años y en la que, por encima de diferencias lingüísticas, hemos sabido convivir y gestionar infinidad de cuestiones de importancia, como la depuradora de aguas residuales o los acuíferos comunes a todos, o beneficiarnos de servicios como APADIS, la asociación de Alzheimer y el Conservatorio de Música.
Por tanto, y desde el respeto a las posturas adoptadas tanto por los promotores de esta iniciativa como por los responsables de los ayuntamientos implicados, echo en falta que se manifieste otro ayuntamiento: el de Villena, que de momento calla como si la cosa no fuera con nosotros. Y vaya si va.