La alternancia
Yo no la conozco, pero en vista de lo que consigue, no debe andar muy lejos de una tal Esperanza que, vestida de verde y por un precio razonable, suele alternar con mis convicciones sacándolas de punto de vez en cuando. No sé de qué color viste, porque lo varía según quienes reclaman sus encantos, para quien se los vea, pero siempre me la señalan a ella como causante de gran parte de las cuitas y quimeras que me asaltan últimamente.
Me dicen los que han oído hablar de esta señora largo y tendido o han vivido de cerca cómo se las gasta, que es capaz de obnubilar y manipular a los grandes partidos políticos y que mueve con hilos de títere a muchos de sus integrantes, de manera proporcional a la escala de poder, hasta hacerles sucumbir irremediablemente a sus encantos, hasta hacerles omitir, evitar, obviar o simplemente guardar en carpetas a la espera de polvo pecadillos o deudas convertidas en disimulos, sobre temas susceptibles de réplicas amargas o preguntas espinosas que puedan traer consigo consecuencias de vencimiento futuro a causa de secretillos de pasado que no interesa que sean aireados, por si a causa de la alternancia llegan a ellos, mañana, pasado o dentro de 12 años.
Créanme cuando les digo que me sigo debatiendo en esta afirmación porque, ignorantemente, sigo confiando en la integridad de la razón y la conducta juiciosa en pos de un bien común, pero no me va a quedar más remedio que hacerle un hueco en mi cabeza y otorgar parte de razón a quienes me hablan de ella para justificar silencios, pero no he encontrado otro motivo que me explique por qué el partido al que voté, y al que ahora mantengo en cuarentena, no es capaz de sacar a la luz con la intensidad y frecuencia que de ellos esperaba temas de interés local que tengo que escuchar en voz de otro partido de la oposición, del mismo color que la esperanza, que seguramente no está dispuesto a pagar tan altos precios por los servicios de La alternancia.
Hasta que me hablaron de ella y sus cualidades no llegaba a comprender por qué si quiero saber el cómo, cuándo o cuánto de algunas turbias o no muy claras actuaciones que se están produciendo en nuestro ayuntamiento debo esperar a que Catalina Hernández o Javier Esquembre hagan sus preguntas en los Plenos y denuncien valientemente lo que está pasando, que pregunten por qué se está pagando a un medio de comunicación que no publica en Villena o qué va a pasar con La Encina y su situación entre vías, que tengan que llevar a judicatura la decisión de Junta de Gobierno de una reparcelación con olor a pelotazo, por ejemplo, en una labor de oposición que más de uno, de dos y de siete deberían copiar sin corrección alguna.
No era capaz de dilucidar por el camino del convencimiento por qué de Carlos Beltrán, en representación del mayor partido de la oposición villenera, sólo tengo grabadas las palabras Zapatero, Madrid, gobierno de España y nosotros ayer o ellos ayer
, porque se mira más allende nuestras fronteras que detrás de puertas de despacho. Aunque para ser sincera, eso de que toda la culpa es de la tal alternancia no acaba de convencerme, seguramente porque sigo esperando, sin vestir de verde, que la política local mire por nosotros. O simplemente que la chistera que se ha abierto hoy miércoles desde la oposición siga abierta de par en par con mayor intensidad, con una frecuencia que alivie la sensación de orfandad y abandono que tengo en estos momentos, pues sigo viendo mucho Madrid, o Valencia, o Alicante, y poca Villena.