Cultura

La cagaste Zinedine

¿No podías haberte ahorrado el cabezazo? Como Aznar, tuviste que cagarla en el último momento, a pocos metros de la gloria –esto no va por ti, José Mari, lo de la gloria digo–. Una carrera manchada en el último momento. Una tarjeta roja. Expulsión… Y aún así la tierra gira, aunque se acabara el mundial para todo el mundo, menos para Italia. Y yo, que ahora vengo del bar, que todavía resiento el infructuoso intento de Nadal en Wimbledon, el desapacible puesto de España en el Mundial, el olor a polvo de los arreglos en Sancho Medina, me detengo frente al teclado del ordenador todavía afectado por el cabezazo del Maestro. ¿Me creerías, Zizou, el número de golpes que encierro entre pecho y espalda? Golpes que no di, golpes de los que siempre me arrepentiría haber dado (no por falta de ganas ni de razón). Pero todavía queda una duda: tal y como venden con tu rostro zapatillas a niños y a jóvenes, ¿entenderán ellos igual tu agresión a Materazzi? Mi respuesta es que posible y tristemente lo sabremos.
Pero no es el lugar más adecuado para hablar de esto, ni siquiera del virus altamente patógeno H5N1, virus que curiosamente parece no crear la menor alarma a España (perdón, a sus gentes). Digo yo que no será porque con el lío de las presentaciones de madrinas y cargos se les haya pasado por alto–anda, si esto sólo es cosa de Villena, ¿no?–. El caso es que parece que a estas alturas ya se ha solucionado el atasco del pasado viernes. De no ser así nuestros concejales no habrían pedido disculpas. ¿Disculpas de qué? Pues vaya usted a saber. ¿Será por el sistema semafórico (je, je, je, cómo suena esto) o por no tener todavía dispuesto ningún vial que sirva de alternativa a una ciudad realmente congestionada? Sea de un modo u otro, el tema que aquí nos ocupa no es otro que el de la cultura, así que perdonen ustedes los inverosímiles derroteros.

Cultura. Cultura. ¿Qué quieren que les diga? No me queda más que repetirles lo mismo de siempre. Acentuado más todavía si cabe. Dudo de la capacidad de atracción de los eventos programados. Me temo que una vez más lo planes harán ascuas. ¿Por qué? Todavía insisten en que se lo repita. Porque hemos de trazar un mapa correcto. Porque se entiende que usted no puede diseñar su casa sin la aprobación de un arquitecto, pero puede programar –junto a quienes también programan– un verano de actividades que provienen de aquí y de allá, sin posibilidad de atar el conjunto en un sistema que funcione coherentemente. La cultura se nos atasca como la calle Madrid, amigos, porque no consiste sólo en lanzar castillos de luces en el aire.

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