La casa de la Tercia, rehabilitada hace 8 meses con un coste de 300.000 euros, hace aguas por todas partes
El edificio de la Tercia, recientemente rehabilitado con una inversión de 300.000 euros (50 millones de pesetas), presenta desde su inauguración numerosos defectos, hasta el punto de que los niños que asisten a las clases de refuerzo de la asociación El Rabalillo han tenido que abandonar en ocasiones el aula ante el riesgo de un desprendimiento de la escayola del techo.
El pasado 9 de marzo tenía lugar el acto oficial de inauguración del edificio de la Tercia, que desde entonces acoge las instalaciones de la Asociación de Vecinos del Rabal, la asociación El Rabalillo y la Oficina de Revitalización del Casco Antiguo. Con un coste de 300.000 euros el 50% aportado por el ayuntamiento de Villena y el 50% subvencionado con fondos Proder, se acometió la rehabilitación del edificio, un total de 861 metros cuadrados que incluyen 328 metros de patio.
Mal desde el principio
El mismo día de la inauguración, llamaron la atención de los presentes las grietas que presentaba el suelo, realizado con hormigón fratasado y pulido, aunque durante la ejecución de las obras algunas voces solicitaron a la Dirección de Obra a cargo del arquitecto Tomás Navarro que se optara por otro tipo de pavimento, como terrazo o gres. A día de hoy las grietas se han multiplicado, salpicando todo el suelo del edificio.
Lejos de mejorar, con el tiempo se comprobó que los desperfectos iban en aumento, hasta el punto de que se comunicó al antiguo equipo de gobierno, a través de la entonces responsable de la Oficina del Casco Antiguo, el estado del edificio, que resultó ser un auténtico coladero tanto para la humedad como queda patente en estos momentos en el suelo y algunas paredes como para las goteras. Llegadas las primeras lluvias, se comprobó que el agua entraba tanto por las ventanas (las exteriores no se han cambiado) como por las puertas y por el techo, que según ha podido saber El Periódico de Villena no se arregló porque el presupuesto no daba para tanto. Era tal la intensidad con la que el agua entraba en el aula de El Rabalillo, que sus monitores optaron por mandar a su casa a los niños ante la posibilidad de que la escayola del techo no pudiera resistir el peso y se viniera abajo.
En estos momentos, ya pasadas las lluvias, el edificio sólo presenta grietas y humedades (ambas van en aumento), y sus ocupantes están a la espera de la realización de una nueva actuación que subsane las muchas deficiencias encontradas, una situación que muchos califican de inexplicable dado lo reciente de la rehabilitación y el elevado coste de la misma para las arcas municipales.