Estación de Cercanías

La cholla de Bibiana

Usaré este título desde el significado real de la palabra y como la feminización de la palabra “chollo” para no molestar a la señora ministra de Igualdad. Y que conste que cuando Zapatero le creó la cartera ministerial me gustó por su juventud, por su condición de mujer y porque considero que el problema que existe en la actualidad con la violencia de género es merecedor de un ministerio que actúe desde la dureza legal más absoluta y la incentivación del rechazo social más contundente, para frenar este mal que semanalmente nos deja alguna víctima mortal (33 hasta el día de redacción), algún huérfano y un nuevo suspenso en las políticas combativas que contra ella se están llevando a cabo en estos momentos.
Confié en un principio en que este nuevo ministerio empujaría en esa dirección y que se creaba con ese único propósito a corto y medio plazo, pero la señora ministra en su corta y fructífera carrera hacía el más espantoso de los ridículos se está encargando día si día también de desenmascarar esta ilusión del principio y de llenar la saca del enfado si me paro a pensar en la resolución “chollo” que con este nombramiento tiene para su futuro y lo dudoso de su repercusión efectiva. Cuando en su primera intervención como “miembra” del nuevo gobierno expuso su primer gran proyecto, que no es otro que un teléfono para canalizar la agresividad masculina, con la inmediata reacción de colectivos de mujeres maltratadas dejando en evidencia el desconocimiento total de la señora Aído al respecto, negros nubarrones me hacían presagiar lo cercano de la tormenta, pues cuan resorte articulado la primera pregunta que me asaltó fue si cualquiera de nosotros o nosotras, en estado de excitación y de ira, seríamos capaces de reaccionar racionalmente recordando el número a marcar para confesarle a un interlocutor nuestras más inmediatas intenciones de apaleamiento. Y sin ser profesional en materia psicológica la respuesta es un rotundo no. Aún así, como creo en las segundas oportunidades y considero que la inexperiencia puede jugar malas pasadas, aparqué momentáneamente tal absurdo en espera de ver pasos seguros y bien dirigidos hacia el meollo del asunto. Pero lamentablemente esta señora va a tumba abierta y sin frenos hacia un muro del rechazo que está levantando hacia su persona, su trabajo y, lo más importante, hacía un ministerio que sería altamente beneficioso para todas y para todos si fuese dirigido con mano firme y sesuda, y si realizase un trabajo discreto pero contundente con leyes intimidatorias y justas que imiten a la recientemente aprobada por las cortes catalanas, que ataca directamente al patrimonio económico e impide el derecho de herencia de los maltratadores y las maltratadoras sobre ascendientes y descendientes de primer grado.

Estas reformas sí arrinconan al maltratador o maltratadora, y no erizan el vello como las declaraciones de esta ministra, que tiene prisa para la igualdad y resuelve con ambigüedades como “se está estudiando” o “se está preparando un trabajo transversal interministerial”, amén de reconocer la falta de coordinación existente, las preguntas que sobre esta lacra se le hacen. Inquietantes e irritantes respuestas cuando llega su tercera iluminación y la nueva “miembra” anuncia una biblioteca única y exclusiva de mujeres y para mujeres, y lo vende como un proyecto “muy bonito y de calado”, que lo único que ha conseguido es que la “calemos” a ella y a su radical forma de entender la igualdad y hacer saltar por los aires la transversalidad al darse de bruces con el ministro de Cultura, que ante lo esperpéntico del invento segó la cuestión rápidamente defendiendo el acceso a la lectura para todos los españoles sin distinción alguna.

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