Abandonad toda esperanza

La ciencia ficción de Netflix

Abandonad toda esperanza, salmo 604º
En la pasada edición de los premios Oscar, Netflix hizo historia: Mudbound, adaptación de la novela homónima de Hillary Jordan producida por la plataforma digital, se convertía en la primera película concebida para ser exhibida en el ámbito doméstico sin pasar por los cines que lograba posicionarse en la carrera por los premios más importantes de la industria, y lo hacía nada menos que con cuatro nominaciones, dos de ellas para sendos premios principales. Este acontecimiento venía a ser la confirmación de que seguir distinguiendo entre películas (películas de verdad, de las de cine) y telefilmes (o, como se decía últimamente, TV movies, que viene a ser lo mismo pero queda más cool) como veníamos haciendo hasta ahora ha dejado de tener sentido en la sociedad actual, repleta de formatos, pantallas y canales de distribución todos igualmente válidos.

Esta nueva forma de entender la producción cinematográfica y su distribución posterior se ha vuelto a poner de manifiesto esta misma semana, cuando el pasado lunes se estrenaba directamente en dicha plataforma sin pasar antes por las salas (con la excepción de Estados Unidos, en cuyos cines sí puede disfrutarse desde finales del mes pasado) la esperadísima Aniquilación que ha dirigido Alex Garland a partir del libro de Jeff VanderMeer. Garland, que empezó su carrera vinculado al cine de Danny Boyle, ya convenció a la legión de fanáticos de la ciencia ficción con su debut como realizador, Ex Machina; para esta su segunda película, ha reclutado a un elenco en su mayor parte femenino y que encabeza Natalie Portman, y los ha enviado a una misión suicida en una zona desconocida que ocupa la mayor parte del metraje. Quizá sea por la necesidad imperiosa de volver a contar con alguna gran película del género, pero esta cinta que a mí me ha dejado más indiferente de lo que me hubiera gustado ha sido saludada como una obra maestra indiscutible que sin duda merecía poder verse en pantalla grande: de nuevo queda patente que el menosprecio a la pequeña, justo o no, es un vicio del que será difícil desprenderse. Y no le niego a Garland y a su equipo la capacidad de ofrecer imágenes poderosas, pero creo que no terminan por decidirse por ninguna de las opciones que plantean, y aunque su propuesta parece estar a punto de abrazar la abstracción tan cara al género desde 2001 (vean si no la magnífica La llegada o esa pieza de culto inédita, y a mi parecer sí una obra maestra, titulada Under the Skin), en ningún momento se atreve a ser verdaderamente rompedora.

Bastante peor ha sido el recibimiento de otro largometraje de ciencia ficción recientemente adquirido por Netflix: The Cloverfield Paradox. El que en un principio iba a ser una producción del género totalmente independiente titulada God Particle terminó siendo absorbida por la franquicia que, en manos de J. J. Abrams, Drew Goddard y Matt Reeves, nos había ofrecido hasta la fecha la Cloverfield original (titulada aquí Monstruoso) y Calle Cloverfield 10. Al contrario que las anteriores, que fueron tratadas con bastante simpatía, esta nueva entrega de la franquicia, y primera de las tres que puede calificarse como un film de ciencia ficción como tal no ha satisfecho ni a críticos ni a (tele)espectadores. Quizá sea porque sus referentes son demasiado obvios, pues además de advertir en ella ecos de la saga Star Trek el aficionado detectará ideas que pueden recordar al film de culto Horizonte final y escenas que parecen copiadas de los dos Alien de Ridley Scott. Servidor tiene que decir, quizá porque tenía muy pocas expectativas -verla en casa sin pasar por taquilla también hace mucho, para qué nos vamos a engañar-, que la cinta que ha dirigido Julius Onah no le pareció mucho peor que las entregas previas, y que cumple como entretenimiento con ciertas ínfulas de trascendencia pero que pese a esto último no termina cayendo en el ridículo. Ahora bien, no esperen mucho más.

Tampoco ha sido del gusto de casi nadie Mute, lo que unido a la recepción negativa de The Cloverfield Paradox y de otras producciones de Netflix al parecer poco satisfactorias le ha dado a la plataforma una fama de ser el último reducto de exhibición para aquellas películas que no convencen ni a los primeros espectadores de los pases de prueba ni tampoco, a veces, a sus propios autores; un sambenito que no tengo claro que merezca del todo pero del que le costará desprenderse como no se ponga las pilas a marchas forzadas. Con todo, cuando decía que no gustó a casi nadie es porque al menos a quien esto firma le ha parecido una película bastante notable. Quizá ha defraudado porque, de nuevo, resulta obvio de dónde han cogido algunas ideas (también han recurrido de nuevo a Ridley Scott, aunque esta vez a Blade Runner, así como a su reciente secuela); o quizá sea, y es comprensible que esto haya molestado a los fans irredentos del género, porque más allá de la ambientación (conseguidísima) y de la crítica social que de ella pueda desprenderse, su argumento es más propio de un thriller que de un relato de CF: de hecho, este nuevo trabajo de Duncan Jones tiene en un film como Taxi Driver, o en algunas de las hijas espirituales del film de Scorsese como Drive o En realidad, nunca estuviste aquí, otra de sus inspiraciones más innegables; y es que la trama, en la que un (anti)héroe mudo busca a su desaparecida novia de pelo azul (que parece haberse escapado de una BD de Enki Bilal) funcionaría igual de bien ambientada en nuestros días... aunque sería mucho menos vistosa, eso también es cierto. Al margen de ello, cabe destacar el buen hacer del reparto, muy especialmente de Paul Rudd y Justin Theroux como villanos excéntricos y tragicómicos del relato. Por cierto: aquello que se rumoreaba de que esta iba a ser una secuela de Moon, el aplaudido debut como director de este cineasta hijo del malogrado David Bowie, y esta sí una muestra ejemplar de CF con todas las de la ley, se ha quedado finalmente en un simpático homenaje que viene a decirnos poco más o menos que ambas suceden en el mismo universo... y que dada su verosimilitud no tiene por qué ser otro distinto al nuestro.

Dicho todo esto, me veo en la obligación de aclarar de cara al espectador profano que Netflix no está especializada ni mucho menos en el universo de la ciencia ficción, y que también ha producido un gran número de películas ajenas al mismo: a la misma Mudbound me remito. Pero de esta y de algunas más les hablaré en un futuro bastante más cercano que el que muestran muchas de las historias del género.

Aniquilación, The Cloverfield Paradox y Mute están disponibles en la plataforma Netflix.

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