Cartas al Director

La conjura de los genios

Si por un casual nos quedara alguna duda de si todavía podían tocarnos aún más los mismos, llegan estos de la ONU, en un afán (supongo) de maravillar sacándose de no sé qué manga la extraordinaria fórmula para acabar de una vez por todas con el hambre en el mundo mundial.
Consiste, según ellos, en que aquellos que no pueden, porque no tienen, llevarse a la boca nada, coman insectos. Así como suena, no es coña.

Con soluciones tan formidables como ésta, solo nos cabe preguntar: ¿Aparte del malgaste de neuras que supone idear esto, a cuánto va a estar en los súper la bolsita de pepes garrapiñados?

Mientras tanto, en otros lares, los que no saben ni conocen el sabor del pan con aceite continúan desperdiciando parte de sus buenas viandas tirándolas a la basura. ¡Olé! Desperdicio éste que posiblemente usado con su incombustible cinismo podrá asegurar que, con lo que tiran, los insectos se alimentan, pudiendo los demás comérnoslos más rellenitos.

Y como acabo de ver en el suelo una apetitosa cucaracha, éste que siempre lo será se vas tras ella. Lo dicho, al que no le guste mi modesta opinión puede pegarme un tiro, pero que lo haga por la espalda, que por delante se me sale el vino. Hasta más ver, pues.

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