Apaga y vámonos

La crisis de gobierno. Episodio II. La amenaza fantasma

¡La crisis ha terminado! Ya podemos “aspirar a resolver las problemáticas de Villena como hasta ahora hemos venido haciendo”, que diría el alcalde, Francisco Javier Esquembre, asegurando sin rubor que se queda con “una sensación positiva” después del espectáculo circense ofrecido por nuestros gobernantes durante los últimos meses.
El problema es que la crisis aún no está zanjada, al menos no del todo, pues la extraña renuncia de Juan Richart –me voy pero me quedo un tiempo alguna delegación–, y la no menos extraña respuesta del alcalde –“fuera de la coalición no puede seguir como concejal delegado, por tanto si no quiere seguir en ella le retiraré las competencias”–, casi que me parecen una resolución de la crisis en diferido, en forma efectivamente de simulación, parafraseando a Antonio Ozores de Cospedal.

Por más que el PSOE haya pedido la salida de Richart, hasta el punto de llegar a presentar la renuncia de sus cuatro concejales –otra salida en diferido y simulada, ya que tenía letra pequeña–, el alcalde se empeña en mantener a Richart en su equipo de gobierno, aún sabiendo lo que opina el edil de VCD de sus compañeros. Es más, por si Esquembre no lo tenía ya claro tras sus declaraciones públicas, Richart le recordó sus motivos en su carta de renuncia, donde explica que “si el mismo empeño y tesón empleado en apartarme a mí” se dedicara a otros menesteres más serios, “otra percepción mucho más positiva tendría la ciudadanía sobre la clase política”, rematando con un “no puedo permanecer en un equipo de gobierno que no es leal a sus principios ni a las condiciones inicialmente pactadas”.

Espero que algún día nos explique el alcalde esa estrecha y extraña vinculación con Richart desde comienzos de legislatura, porque los motivos que le llevan a seguir intentando mantenerlo a bordo parecen mucho más obvios. No en vano, la segunda parte de la película está por comenzar, con una gobernabilidad en minoría y dependiente del voto “en conciencia” de quien no puede ni ver ni a lo que queda de VCD ni al PSOE.

¿Que se puede gobernar en minoría, como hizo el PP, ignorando los acuerdos de Pleno que no te interesen? Por supuesto. Pero hay algo que no se puede omitir, y es que un voto en contra de Richart tumbaría los presupuestos municipales y obligaría a gobernar con los presupuestos de 2013 prorrogados. El problema es que tras tres años de presupuestos de guerra, tapando parches y con el techo de gasto limitado, el equipo de gobierno tiene ante sí su última oportunidad para sacar adelante algún proyecto palpable, visible, material, que puedan dejar como legado al pueblo y enarbolar como bandera de enganche electoral. El techo de gasto se va a elevar, y además hay cuatro millones de euros de superávit que no se han podido tocar aún. Una auténtica perita en dulce en pleno año pre-electoral que dependerá del caprichoso voto del amigo del alcalde. Y también de sus más que seguras exigencias a cambio.

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