Fiestas

La crisis festera, la crisis económica y la crisis de identidad

Estamos inmersos en tres grandes crisis, festera, económica y de identidad, crisis que están perjudicando al mayor acontecimiento social que sucede cada año en nuestra ciudad, las fiestas de Moros y Cristianos. ¿Que la crisis económica ha podido potenciar las dos restantes? Es posible, pero sin ella, en años anteriores, se ha podido sobrevivir, y en este momento la falta de identidad de nuestras fiestas, y festeros, ha provocado una verdadera crisis festera de la que es muy difícil salir.
Es evidente que desde hace 20 años las fiestas entraron en otra dimensión al triplicarse el número de festeros que salimos a la calle a raíz de la incorporación de la mujer a los desfiles. A partir de este momento, según mi criterio, comenzó la crisis de identidad y las preguntas comenzaron a rondar por las cabezas de muchos festeros. ¿Cómo serán nuestras fiestas dentro de 20 años? ¿Cómo se organizarán los desfiles? ¿Se harán cargo las mujeres de las comparsas? ¿Cuántas presidentas habrá dentro de 20 años? Otros aseguraban que éste sería el motivo de establecer dos Entradas, dos Cabalgatas, de crear nuevos actos y suprimir otros… etc., un caos de organización que todavía no ha tenido solución. E punto final al que llegaban todas las especulaciones era siempre el mismo: había comenzado una nueva era para las fiestas de Moros y Cristianos de Villena.

Hoy, 20 años después, podemos responder a muchas de aquellas preguntas. Nuestras fiestas no han cambiado en nada, y por lo tanto la crisis de identidad se ha hecho tan manifiesta que comparsas y Junta Central andan muy despistadas sobre cómo será el futuro. Los desfiles todavía no se han terminado de organizar, e incluso los que se han pretendido adaptar a las nuevas necesidades están causando verdaderos problemas a los organizadores, que ven cómo ninguno de ellos es del agrado de la totalidad de los festeros. Las comparsas continúan quejándose tanto de los horarios de comienzo de actos importantes –Entrada o Cabalgata, máximos exponentes de los desfiles– como del punto de inicio de la Entrada. Las mujeres no se han implicado tanto como se esperaba en la dirección de las comparsas. Pocas, muy pocas o escandalosamente pocas de estas mujeres han tomado el mando de sus asociaciones y, de este modo, el relevo de ideas, las nuevas propuestas para afrontar esta etapa no han llegado a las fiestas de Villena, acrecentando la crisis de identidad.

Respecto a los cambios de Entrada, Cabalgata u otros actos existe una crisis festera que enfrenta a los más puritanos de la fiesta –los que defienden las tradiciones a capa y espada– con los que pretenden adaptar este maremágnum de gente en los organigramas festeros pensados en la etapa donde solamente salían hombres, hace más de 20 años. Esta gran cantidad de personas que se han ido apuntando a las diferentes comparsas, porque el traje era más barato que otros, porque la cuota de entrada era más barata o simplemente “porque sí”, ha provocado la crisis festera, que se pone de manifiesto viendo a los nuevos festeros actuar con la más absoluta apatía en los desfiles y actos menos representativos, pero no menos atractivos, como Dianas, Retreta, Embajadas, Llegada o despedida de la Virgen, etc. La crisis festera es más importante de lo que parece por todo lo que puede provocar en un futuro, lo que unido a nuestra crisis de identidad hace que no podamos ni imaginar que pasará en otros 20 años.

Problemas a la vista
Queda por nombrar, y toco madera, la crisis económica, que por su importancia ha disimulado las dos crisis citadas –identidad y festera–. La crisis económica está provocando una gran mella en la economía de las comparsas pues, desgraciadamente, ha alcanzando a muchos ciudadanos que por verdadera necesidad han renunciado a sus gastos para ocio y diversión. Naturalmente, las fiestas son para divertirse y son muy caras, y ahora este dinero se necesita para ayudar en la maltrecha economía familiar.

Pero antes de que nos alcanzase de lleno la actual crisis económica, eran muchas las comparsas que estaban viendo descender su número de socios debido a la baja de muchas mujeres que, quizá por la falta de motivación o por la pérdida de su inicial ilusión, están abandonando las comparsas que les acogieron en años anteriores, obligándolas a adaptar su infraestructura al nuevo y elevadísimo número de socios. Ahora, con menos ingresos por cuotas debido a esas bajas, toca soportar infraestructuras sobredimensionadas: inmensas sedes sociales, bandas de música contratadas, espectaculares presentaciones de madrinas, aperitivos en las sedes para sus socios, actos internos creados sin ton ni son, fiestas de las directivas y otros desmadres que han tenido que comenzar a recortarse porque han dejado con el culo al aire a comparsas que se enriquecieron con “esa” entrada extra de dinero que supuso la incorporación de la mujer a la fiesta hace 20 años…y esto no ha hecho más que comenzar.

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