Editorial

La crisis hace estragos

Las cifras no dejan lugar a dudas. Mes a mes, las filas del desempleo se engrosan con no pocos de nuestros vecinos, habiendo alcanzado en enero a 3.018 villeneros, cifra que representa alrededor del 16% de la población activa de nuestra ciudad, cantidad que –a pesar de su irrealidad, porque habría que descontar a los no pocos trabajadores que se engloban dentro de la economía sumergida– es, más que preocupante, casi trágica, máxime si tenemos en cuenta que todo parece indicar que los próximos meses van a mantener la misma tendencia y que todos los expertos hablan de que lo peor está por llegar a medida que vayan finalizando muchas obras y promociones aún en construcción.
A la ya crónica crisis de la industria tradicional, cuyo lento goteo de cierres patronales y expedientes de regulación de empleo prosigue inexorable, se ha unido la imposibilidad de acceder a financiación producto de la crisis financiera internacional, lo que ha dado la puntilla, además de a muchas empresas perfectamente viables, al hasta entonces omnipresente sector de la construcción, cuyo frenazo ha traído consigo una reacción en cadena que está afectando a pequeños constructores, profesionales de todos los ramos –pintura, fontanería, escayolistas, carpintería…– y comercios dependientes del mercado de la vivienda: electrodomésticos, mueble, decoración, etc., por no hablar de las ventas de coches y vehículos industriales…

Ante tan desolador panorama en los sectores industrial y comercial, la agricultura –importantísima en Villena– es el único sector que está aguantando los embates de la crisis, pero por sí sola resulta incapaz de asumir la mano de obra desempleada procedente de la industria. En estas circunstancias, esperamos como agua de mayo la inmediata puesta en marcha de los proyectos financiados con los planes estatales y autonómicos de inversión, cuyo comienzo, según los más optimistas, está previsto para los meses de marzo o abril. También son muy optimistas las cifras –primero desde el Gobierno central, después, y ya en clave local, por parte de nuestra alcaldesa– que se barajan en cuanto a la contratación que van a favorecer estas obras, porque los propios empresarios interesados coinciden al señalar que, más que crear empleo, estos proyectos van a servir para no destruir más.

En cualquier caso, y siempre que sirva para frenar esta dramática sangría de puestos de trabajo –no olvidemos que cada nuevo desempleado tiene tras de sí una auténtica tragedia personal–, sean bienvenidas estas inversiones, aún siendo conscientes de que esto no es más que un parche accidental para una situación que nos tiene a todos con el alma en vilo.

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