«La decisión de Mar» (Concurso de Relatos Breves San Valentín 2013)

Conforme iban pasando las horas y se acercaba el momento, cada vez más le invadía una sensación desconocida para ella hasta ahora. Aún se sorprendía a si misma por la decisión que había tomado.
Conocía a Juan y Antonio desde hacía algún tiempo, pues colaboraba esporádicamente en alguno de sus trabajos de diseño gráfico. Seis meses atrás no hubiera podido ni imaginar lo que a dos escasas horas iba a acontecer. Lo había mantenido en secreto, ni siquiera se lo había contado a Tania, su mejor amiga desde que eran niñas. ¿Qué podría pensar si lo supiera? Diría que estaba medio loca, que no está bien visto y que le traería muchos problemas.

Recogió su mesa de trabajo, nerviosa, jugueteando distraída con el ratón y se encaminó a casa para tomar un baño y prepararse. Rescató del armario un conjunto interior que le parecía muy sexy, que incluía liguero y medias a juego.
Salió de casa sobre las nueve y decidió ir andando a pesar de los tacones que llevaba. Se tropezó con un hombre que la miró con ojos de deseo y al que hizo caso omiso de sus comentarios.

Y allí estaba, por fin, delante del edificio. Respiró profundamente y tocó el timbre:”Soy Mar, abrid, musitó con una voz apenas inteligible”. Los dos la estaban esperando en la puerta. Recogieron su abrigo y depositaron sendos besos en la mejilla de ella. Estaban muy atractivos con sus vaqueros ajustados, Antonio llevaba la colonia que tanto le gustaba y que le resultaba tan familiar.

Se sentía atraída por los dos, ambos habían intentado salir con ella por separado, pero no había funcionado. Cuando estaban los tres juntos la unión parecía perfecta.
Se sentaron en el salón y cenaron a la luz de las velas y de un precioso ramillete de flores silvestres. Quizás bebieron un poco de más para relajar el ambiente. Ya en la cocina, Antonio se acercó por detrás, intentando romper el hielo y la besó en el cuello. Ella sintió su miembro ya endurecido y un enorme cosquilleo recorrió todo su cuerpo.

Después le dio la vuelta y la besó con ansia en la boca, ella le respondió arqueando su cuerpo. Mar notó como sus pezones se erizaban y su sexo se humedecía. La excitación iba subiendo de intensidad y se dirigieron al dormitorio de Antonio. Le quitó la camiseta, que voló por los aires y acarició sus pechos con las manos. Después le desabrochó el sujetador y comenzó a mordisqueárselos.

En ese momento entró Juan en la habitación. Situado a su espalda le levantó la falda y deslizó su mano por el monte de Venus, inspeccionando la zona hasta que rozó levemente su clítoris. Ella lanzó un gemido de placer. Se volvió y sintió la lengua de Juan embriagándola por completo. La falda cayó al suelo mientras le bajaba la cremallera y solo quedó tanga, medias y liguero en ella. Ambos se desvistieron por completo dejando a la vista “sus preciados atributos”.

Ella ardía en deseos de ser poseída. Entreabrió las piernas instintivamente y allí estaba Antonio penetrándola suavemente al principio, luego sus cuerpos empezaron a moverse rítmicamente hasta que jadeantes no pudieron más y Mar sintió un espasmo detrás de otro y gritó. Juan comenzó a lamerla por el interior de los muslos, jugueteando con su sexo, deseoso de proporcionarle placer.

Abrió un sobre de lubricante con sabor a piña colada que impregnó con su olor toda la estancia. La saboreó durante un buen rato acariciándole el ano. Introdujo un dedo y luego otro más y los movió con destreza. A los dos les gustaba disfrutar del sexo anal y no era la primera vez. Se puso el preservativo y la poseyó como nunca. Ella lanzaba grititos de placer. Estaban los dos tan sumamente excitados que no tardaron en llegar al clímax.

La cama fue el hogar de los tres durante horas y horas. Al amanecer quedaron rendidos, exhaustos y durmieron abrazados. Esta escena se repitió muchos otros días. Han pasado dos años desde entonces y viven los tres juntos. Su relación es un secreto a voces, pero no les importa, son felices.