La del Sureste
Después de años de investigación rigurosa, y digo bien, años, Joaquín Sánchez Huesca ha alumbrado un libro imprescindible, Villena. Historia de una época. 1945-1973, que no es nada más ni nada menos que la crónica cultural de la ciudad a través de lo que supuso el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Sureste de España.
Releo el inicio del prólogo que el autor tuvo a bien encargarme, publicado en el tomo de 415 páginas que será presentado el 31 de marzo (20 horas, Casino del Círculo Agrícola Mercantil Villenense en la calle Corredera), y no sólo suscribo lo que escribiera hace alrededor de un año, sino que lo repetiría mil veces. Porque creo que todavía no hemos asimilado lo que culturalmente supuso la pérdida de la institución:
Decías la Caja y todos sabíamos a qué nos estábamos refiriendo. La Caja de Ahorros del Sureste de España era mucho más que una institución financiera. Para todos los villeneros que vivimos durante las primeras nueve décadas del siglo XX, la Caja lo era todo. La Caja era fuerte. La Caja inspiraba confianza. Y, por si fuera poco, la Caja se convirtió en un centro de referencia para la cultura de la ciudad.
Estaba el Círculo Agrícola Mercantil, estaba el Casino Villenense, instituciones señeras. Y estaba, sobre todo, el tejido social de la ciudad, proclive a las asociaciones. A la cultura de base. En tiempos difíciles, estaba el Club de Amigos de la Unesco. Y el colegio Salesiano, fomentando las sesiones de cine-fórum donde era posible el debate abierto.
Pero sobre todo estaba la Caja, la del Sureste, que hizo las veces de Casa de Cultura antes de que ésta fuese inaugurada en 1982. Mucho antes del saqueo, mucho antes de que sospechásemos que el saqueo era viable, la Caja brilló todopoderosa. Como ese imperio donde nunca se ponía el sol.
Un imperio, quién lo diría, que hubiera servido a Rafael Chirbes para recrear una de sus mejores tramas.