La dura realidad (Carta al director)
Dicen que el hábito no hace al monje, pero hay que reconocer que en algunos casos ayuda. Y es que cuando se trata de un uniforme de las fuerzas de seguridad del Estado, llámese guardia civil, policía nacional e incluso policía municipal, la persona se transforma, ¿o no?
Bueno, quizá el traje solo sea un apoyo para sacar lo peor del ser humano, de algunos, pues quiero pensar que no son mayoría los que se envalentonan con esta indumentaria, pero algunos, amparándose en ella, insultan, amenazan y se mofan de quien les viene en gana, ya sea porque no les cae bien, porque ha cometido una infracción de tráfico o por cualquier otra causa, sea esta real o imaginada.
Yo lo tengo claro y así lo hago saber a la menor oportunidad: nunca te enfrentes a quienes lleven este tipo de uniforme, pues te acusarán de desacato a la autoridad, alteración del orden público o cualquier otra cosa que tengan a mano. Y a lo peor te ponen una multa y encima te dicen: ¡ahora si quieres, la recurres! Es una lástima que quienes deberían velar por nuestra seguridad se dediquen a ensañarse con los más débiles, ¡es una lástima!, pero por desgracia es la dura realidad.