Cultura

La felicidad debe estar en otra parte

Desde luego no en estas vacaciones pascueras, al menos en mi caso. Supongo que no resultaron tan gratas como hubiera deseado. Nadie sabe por qué, y menos yo. Del paso de la cultura, o de la cultura del Paso, no puedo contarles casi nada, puesto que este año me convalidaron las procesiones a cambio de enchufarme un par de partidos de la Champions. Cosas que le ocurren al más pintado –o al más postmoderno¬–. Por lo demás, espero el final de temporada sentado, alerta para recoger la salida de la nueva programación de la Kakv, y con el deseo de encontrarme con un par de buenas ocasiones para realizar alguna que otra crónica o crítica o cómo quiera que se llame esto que uno hace cada semana en esta sección. Con todo ya comienza a llegar el olor de aquello que en cierta ocasión llamamos El año del pelotazo, aunque todavía no esté en disposición de darles alguna primicia, este año vamos a tirar la casa por la ventana, de eso no cabe duda, y sólo cabe esperar que nos encontremos con tanta calidad como coherencia en la programación estival.
Al margen de todas las propuestas del fin de semana nos encontramos con una que destaca por resultar un doble estreno: el de una feria y el de un espacio. La feria será la I Feria del Vino de Interior y el espacio: el Bulevar Maestro Carrascosa (que suena a cosa grande). Presenta la feria, como no podía ser de otro modo, la edil Ruth Mateo junto a la alcaldesa Vicenta Tortosa y ambas muestran su satisfacción por la organización de este evento –y si brilla la originalidad en el comentario, tampoco la esperen en la evaluación posterior–. Tomo nota de las 3 catas, 2 tapas y el portacopas y 2 copas de recuerdo que nos darán a cambio de la entrega de los 5 euros que tiene como precio el ticket. Una feria más que nos llena de honda satisfacción y que amplia las posibilidades de nuestras empresas, etc.

Una feria más que viene al caso en estas páginas de cultura. Una cultura que se me hace cada día más desaparecida, no la del vino, o acaso sea tan sólo una sensación. Pero no crean que me canso de revindicar la creación de un modelo cultural. Continúo en una posición terca y taciturna causada por el sentimiento de desestructuración que adolece nuestro sistema cultural –paranoia de insatisfacción puede que sufra yo mismo–. Quizás porque siento ciertas propuestas como naturales en la vida de nuestra ciudad y anhelo otras, no antinaturales pero sí diferentes, arriesgadas, participativas… Quién sabe si la felicidad está en otra parte, quién sabe si la felicidad se encuentra o se hace.

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