La feria de toda la vida
Aunque estoy viviendo en Alicante, capital de la Costa Blanca, hace más de cuarenta años, en esta época próxima a la festividad de Todos los Santos, me vienen a la mente muchos recuerdos y pensamientos de mi Villena natal.
Recuerdo que allá por los años setenta, un servidor tendría apenas unos tres años y vivía en Villena. Los primeros días del mes de noviembre se instalaba en la urbe la esperada feria de atracciones de Todos los Santos. Estaba compuesta en aquella época, principalmente, por casetas y paradas, en las cuales se exponía al público para su venta, distintos y variados productos, por poner un ejemplo: panchitos, papas, golosinas, pipas y sobre todo, el puesto de algodón de azúcar que a los niños nos volvía locos.
Después estaban las paradas con todo tipo de juguetes, de aquella época, muñecas, coches de hojalata, bicicletas, todos ellos, hechos a conciencia, con materiales fuertes, ya que a los niños estos juguetes nos tenían que durar sin romperse, por lo menos, un año. Hasta que nos enferiaran otros, como se decía en aquel tiempo.
Estos sí que eran juguetes. Recuerdo el camión de bomberos de hojalata que me regalaron mis abuelos, que me duro, por lo menos, diez años. Menudo camión, me dejó muy buen recuerdo.
Conforme fueron pasando los años, la Feria de Todos los Santos fue ubicada en distintos puntos de la ciudad: en mercado antiguo de abastos, en las Casicas de Hellín, en el Paseo de Chapí, en las inmediaciones de la Plaza de Toros y la Constancia. En la actualidad si sitúa en el nuevo mercado de abastos, junto a la vía del ferrocarril y por detrás de la plaza de toros.
Esta feria tiene mucha solera y tradición entre los villeneros y villeneras. La fecha de su instalación no ha variado durante muchos años. Lo que sí ha evolucionado en estos últimos cuarenta años es que antes había muchas casetas y puestos de venta, ahora quedan muy pocos.
La feria se ha vuelto muy tecnológica, con muchas y variadas atracciones espectaculares. Con mucha luz y colorido, el tío vivo de siempre, el látigo, la ola, el tren de la bruja se han sustituido por otras atracciones más sofisticadas, con nombres de infarto, el dragón, la nube, el castillo del terror, que provoca que los infantes se lo piensen dos veces antes de entrar o subir.
Por lo tanto la feria de Villena sigue esperándose con mucha ilusión, ya que es una de nuestras tradiciones más arraigadas y durante más o menos treinta días, Villena tiene un punto de ocio y encuentro entre sus ciudadanos. Una vez pasado este tiempo, los feriantes recogerán todos sus puestos y chirimbolos y las atracciones serán desmontadas de nuevo. Y partirán hacia otras ciudades, como a la capital de la Costa Blanca, a ganarse el pan nuestro de cada día. Y hasta el próximo año en que Villena, como siempre, los acogerá con los brazos abiertos, ya que desde hace mucho tiempo representan parte importante de nuestra historia y tradiciones más profundas.
Por eso en la festividad de Todos los Santos les invito, estimados lectores, a visitar Villena y su feria de atracciones, no se arrepentirán.