La fiebre de las fotovoltaicas: todo vale en nombre de la sostenibilidad
Me posiciono absolutamente en contra de este "boom" de instalaciones desde el punto de vista de la conservación del paisaje y de la biodiversidad
En las últimas semanas, día sí día no, nos despertamos con el anuncio por parte de la prensa de un nuevo proyecto de central fotovoltaica en el término de Villena o en el de nuestros municipios vecinos. En un terreno allanado por la Generalitat, que facilitó a mediados del año pasado los trámites necesarios para la instalación de este tipo de plantas de producción de energía, los proyectos surgen como setas, sobrepasando la capacidad de gestión de los técnicos locales y autonómicos; y, casi más importante, la posibilidad de respuesta por parte de la sociedad civil.
Hace unos días, el Instituto Cartográfico Valenciano hacía pública una capa de información que representaba las áreas afectadas por solicitudes de instalaciones fotovoltaicas de las que la Conselleria de Política Territorial tenía conocimiento al haber recaído en este organismo autonómico en su proceso de tramitación. Entre esas áreas sobre las que planea la intención de construir plantas fotovoltaicas, que no son ni de lejos todas de las que tenemos noticia, encontramos dos grandes agrupaciones, por un lado, en la comarca del Valle de Cofrentes y Ayora y, por el otro, en el Alto y Medio Vinalopó, particularmente en los términos municipales de Villena, Salinas y Elda.
Considero que lo más correcto por mi parte sería empezar siendo honesto con quienes estáis leyendo esto: no me siento con los conocimientos suficientes como para valorar la idoneidad de estas plantas fotovoltaicas en materia de energía; probablemente otras personas puedan hacerlo mejor que yo y estoy seguro de que habrán posicionamientos a favor y en contra.
Sin embargo, lo que sí creo que estoy capacitado para hacer, y esa es mi intención con este artículo, es para posicionarme absolutamente en contra de este boom de instalaciones desde el punto del vista de la conservación del paisaje y de la biodiversidad. Además, vais a permitirme que desconfíe también en términos económicos de cualquier 'fiebre del oro', como la definía hace unas semanas el concejal competente en la materia en una entrevista para Alicante Plaza: los pelotazos, las burbujas y otros sinsentidos especulativos solo han traído destrucción para nuestro territorio y para buena parte de las personas que lo habitamos.
Las instalaciones fotovoltaicas que hay planteadas en Villena según esta capa de información que nos ofrece el Cartográfico, que, repito, podrían no ser las únicas, principalmente se aglutinan en dos entornos de nuestro término municipal: en las inmediaciones de la Encina y en la falda este de la sierra de Salinas, en una gran extensión que abarca desde esta formación montañosa hasta la colonia de Santa Eulalia. Se trata de una superficie de alrededor de 1.350 hectáreas (el 4% del término municipal) situadas sobre unos terrenos tremendamente valiosos en términos ambientales y muy particulares en lo que se refiere a la identidad del paisaje local.
Por nombrar sólo algunos de los espacios de alto valor ecológico y paisajístico que, de llevarse a cabo la instalación de todas estas plantas, quedarían absolutamente devastados encontramos: el Lugar de Interés Comunitario y la Zona de Especial Protección para las Aves de la sierra de Salinas, un espacio natural protegido por la europea Directiva Hábitat que incluye la totalidad de la sierra y se extiende hacia los cabezos de Carboneras y Terlinques. En este espacio se incluyen ecosistemas únicos como el arenal del barranco del Búho (una formación dunar poblada de pinos piñoneros) o los que forman los distintos endemismos de especies vegetales que crecen en las afloraciones yesíferas.
De igual manera, las estepas cerealísticas del entorno de la Encina, hábitat de rapaces como el cernícalo primilla, verían reducida su superficie en más de 150 hectáreas. Este espacio, además, está catalogado como Paisaje de Relevancia Regional según la Estrategia Territorial de la Comunitat Valenciana.
Las condiciones en que se está produciendo este boom en Villena, como ocurre en buena parte del territorio español, han sido denunciadas recientemente por un nutrido grupo de investigadores del campo de la ecología: estas nuevas instalaciones tratan de ubicarse en zonas agrícolas percibidas por la población como marginales, en las que el precio del suelo es relativamente bajo; pero lo cierto es que muchas de ellas conforman ecosistemas únicos y necesarios para el mantenimiento de la biodiversidad, como de hecho ocurre en nuestro caso.
No existe, además, una proporción en términos de tamaño o potencia con el municipio en que se ubican. Es decir, no se establece una relación con la demanda de la población o la comarca sobre la que se instalan, sino que las únicas variables que operan son, una vez más, las de obtener la mayor rentabilidad privada, independientemente de las repercusiones que estas actividades puedan tener sobre el paisaje local. No se aplica ningún principio de soberanía energética, por el que el municipio o la comarca asume los costes sobre su paisaje que implica satisfacer su propia demanda. Al contrario, se impone una visión residual del paisaje de unos pocos, del nuestro en este caso, para satisfacer una demanda que ni conocemos ni controlamos.
En el caso de Villena, esta relación en lo que se refiere a superficie es realmente escalofriante: sólo la instalación planteada en las inmediaciones de la sierra de Salinas de la que tenemos conocimiento es tres veces y media más grande que el propio núcleo urbano.
Es desalentador. En los últimos diez o quince años, en el ámbito autonómico nos hemos dotado de herramientas para que estas cosas no ocurrieran de nuevo. Tenemos a nuestra disposición un sinfín de instrumentos legales para que las intervenciones sobre el territorio se hagan con la mayor delicadeza posible: delimitamos una Infraestructura Verde para proteger los espacios de mayor valor ambiental y cultural; realizamos Estudios de Paisaje (el Ayuntamiento de Villena tiene uno en un cajón desde hace cuatro años); se redactan Estudios de Integración Paisajística (si es usted vecino de la Encina y no quiere cabrearse le recomiendo que no consulte este); Evaluaciones de Impacto Ambiental, etc.
Nada funciona contra el rodillo del desarrollismo: en nombre de la sostenibilidad se están volviendo a cometer las mismas barbaridades contra el territorio que hace poco más de una década, cuando se destrozaba el litoral mediterráneo, o que en el siglo pasado, cuando se anegaban territorios enteros bajo el agua; y todo orquestado por las mismas familias y empresas de entonces. La lucha contra la emergencia climática no debería de basarse en replicar los modelos que nos han llevado hasta aquí, de destrucción de la biodiversidad y de los suelos productivos a manos de los mismos de siempre, sin ni siquiera plantearse alternativas a un sistema energético y económico que, como diría Yayo Herrero, va en contra de la vida.
Por: Santi Hernández Puig
Increíble y necesaria dosis de realidad en unos momentos en los que, bien en prensa generalista como en económica, parece exagerada la mención a las inversiones en fotovoltaica, ajena a la realidad en materia paisajística y de biodiversidad. No son pocos los estudios a este respecto (El País refería hace una semana a un artículo en la revista Science) y los gobiernos locales, autonómicos y nacionales, empezando por los primeros, deben ser conscientes de que la especulación, aunque se pinte de verde… Enhorabuena por tu trabajo, Santi.
Gracias por tu artículo yo soy de Elda y asisto atónito a esta destrucción que tienen prevista para nuestro territorio si las administraciones no lo evitan y como en los periódicos locales de elda y petrer no e leído un solo artículo, creo que la desinformación en la opinión pública es muy grande, añadir a los aberrantes macroparques del alto vinalopo dos proyectos del medio vinalopo que afectarían todo el entorno de la Sierra de la umbría uno de los macroparques en monovar de más de 600 hectáreas con una línea eléctrica de evacuación de15 kilómetros que pasaría por toda la cara sur de la Sierra y otro de casi 700 hectáreas entre los términos de elda y salinas dividido en dos partes una afectaría la zona de las cañadas de elda al sureste de la dicha sierra y de Cámara y otra en la zona de la umbría de la Sierra en territorio de salinas con sus consecuentes líneas de evacuación, zonas de cultivos, estepas, monte con grandes valores ambientales y culturales, destacar que es un territorio histórico de cría y campeo de una especie en peligro de extinción como es el águila de boneli de las especies más amenazadas de Europa, que con la pérdida de territorio y el peligroso entramado de torretas eléctricas y cables no veamos nunca más por la zona, me encantaría ver todos los tejados de los edificios, naves y terrenos degradados llenos de placas solares, pero parece que a las futuras generaciones queremos dejarles otra cosa.
Es curioso como ponemos el grito en el cielo cuando son «otros» los que invaden, contaminan o alteran el entorno. La realidad es que todos consumimos electricidad. Algunos, como es mi caso, hemos instalado placas solares en nuestros tejados (a pesar de vivir en un bloque de pisos también se pueden poner) e intentamos racionalizar el uso de dicha energía. También hemos optado por dejar el coche en el garaje i desplazarnos al trabajo en bicicleta (14km diarios en mi caso) u otro medio más sostenible y caminar para desplazarse dentro del núcleo urbano siempre que sea posible. En el caso que nos ocupa, está claro que hay que evaluar instalación por instalación su viabilidad ambiental, pero no debemos olvidar que este «boom» viene producido por la enorme eficiencia alcanzada por las nuevas tecnologías solar y eólica, que en los últimos años han bajado tanto su coste económico, que han desplazado al resto de tecnologías como el carbón, gas o nuclear. Estas últimas desaparecerán, porque su impacto económico y medioambiental es mucho más nocivo.
Estamos ante una revolución con sus pros y sus contras. Si cada uno de nosotros intenta ayudar, y no caemos en la hipocresía, seguro que se podrá minimizar los contras y hacer de esta transición todo un éxito.
Hola, las instalaciones fotovoltaicas deberían de ejecutarse en los techos de los poligonos industriales, hace falta la energía fotovoltaica,ya que en España tenemos muchas horas de sol, pero hay que producirla donde es necesario consumirla, asi se evita las lineas de trasporte de la energia producida, en los poligonos ya estan los centros de transformación,y se evita el impacto medioambiental.Energia renovables si, pero usemosla y produzcamos sin dañar el medioambiente, hay muchos tejados donde instalarla, legislación para facilitar el autoconsumo y no sea negocio de los de siempre.
Totalmente de acuerdo Pau, todos tenemos que poner de nuestra parte y esta claro que la transición energética es totalmente necesaria, pero aquí el problema es que no se a trazado un plan de zonificacion echo por especialistas y científicos neutrales, se va haciendo todo a salto de mata, las administraciones con prisas y las multinacionales y fondos de inversión, en muchos casos extranjeros a los cuales esta es la realidad, les da totalmente igual la agricultura la biodiversidad la cultura el turismo y la economía futura del mundo rural hacen sus proyectos donde les interesa a ellos incluso haciendo ellos mismos la declaración de impacto medioambiental, lo cual me parece increíble y luego ya veremos, el problema no es la transición el problema es la manera que se está haciendo y cuando todos nos demos cuenta tal vez ya sea demasiado tarde.
Este artículo que evidencia un tema que siempre nos enmascaran con los conceptos de energías renovables, cero emisiones, sostenibilidad, ecología o incluso en términos de economía destacando únicamente la inversión y los puestos de trabajo que se generarán (a corto plazo). Pero en las imágenes puede verse claramente que la extensión de estas instalaciones para nada guardan un respeto por el medioambiente y para nada son ecológicas o sostenibles porque ningún paisaje puede pasar desapercibido a ellas y mucho menos tiene la capacidad de regeneración o adaptación sin modificar sustancialmente los aspectos y características intrínsecos al mismo y que por tanto lo definen.
Desde mi opinión, y como puede extraerse del artículo, los intereses económicos son el único principio que siguen estas actuaciones que desde luego no sirven al municipio que las acoge. Del mismo modo que se sobreexplotan los acuíferos de Villena, o que almacenamos residuos que llegan desde cientos de km ahora produciremos la energía para otros municipios sacrificando nuestro entorno, nuestros paisajes, nuestros orígenes a cambio de nada. Pero eso sí con una energía “limpia, sostenible y ecología” para quienes se lucran con ella.