Abandonad toda esperanza

La Fiesta del Cine y la versión del ministro

Abandonad toda esperanza, salmo 386º
Imagino que ya se habrán enterado de que la última edición de la Fiesta del Cine ha sido todo un éxito: en ciudades como Madrid o Barcelona hubo colas kilométricas y salas hasta la bandera. En Alicante pasó otro tanto: hacía años que no había visto colas como las que se montaron el lunes, el martes y el miércoles de la semana pasada. Imagino que el ministro Cristóbal Montoro, que de la industria del cine sabe un rato, dirá que no se debe al precio rebajado, sino a que esos días hizo buen tiempo.

Un servidor se aprovechó de la promoción todo lo que pudo, empezando por ir a ver El quinto poder, la historia de Wikileaks y de la amistad y posterior separación entre el rostro público de la web, el mediático Julian Assange, y su socio Daniel Berg, en cuyo testimonio se basa buena parte de la cinta. Dirige Bill Condon, que de filmar historias verídicas sabe un rato: fue el encargado de retratar los últimos días del cineasta James Whale y la revolución en el estudio de la conducta sexual humana del psiquiatra Alfred Kinsey en las estupendas Dioses y monstruos y Kinsey respectivamente. El mayor aliciente de su nuevo trabajo, además del interés intrínseco del caso, es el duelo interpretativo entre dos actores de moda: Benedict Cumberbatch y Daniel Brühl; y aunque no es Todos los hombres del presidente, vale bastante la pena.

Todavía tiene más interés otra cinta basada en hechos reales: Capitán Phillips, relato de la traumática vivencia del capitán de un navío mercante que fue asaltado por piratas somalíes y que terminó con su secuestro. Dirige con pulso férreo -pese al ya reconocible traqueteo de la cámara en mano marca de la casa- Paul Greengrass, otro curtido en rodar hechos reales (recuerden Bloody Sunday o United 93), y que aquí mantiene un ritmo in crescendo que desemboca en una media hora final trepidante y con un estelar Tom Hanks con la mirada puesta en un tercer Oscar... que no estaría mal que ganase; pero si la academia no se acuerda de, como poco, nominar como actor de reparto a Barkhad Abdi, que debuta como líder de los asaltantes, será de juzgado de guardia.

Por su parte, Prisioneros despierta tanta pasión como rechazo: su voluntad de mantener la intriga en todo momento provoca que algunos detalles rocen lo inverosímil, mientras que en otros aspectos el espectador va muy por delante de los personajes en su investigación particular; si a esto añadimos un discurso subyacente que defiende a ultranza la fe cristiana y sus instituciones, sería motivo más que suficiente para juzgar el film con cierta reserva. Pero hay que rendirse a la evidencia del gran trabajo del director y los protagonistas detrás y delante de las cámaras: Denis Villeneuve (del que además de Incendies, no harían mal en recuperar una rareza titulada Polytechnique, sobre una matanza en un campus universitario en la línea de Elephant) logra impregnar de una turbiedad considerable todo el film; por su parte, Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal están impecables como el atormentado padre de una niña secuestrada y el policía encargado del caso... Ahora que lo pienso, esto de contar con dos protagonistas masculinos enfrentados en un duelo interpretativo de altura es un punto en común entre las tres películas aparte de lo de la Fiesta del Cine. De hecho es el único, porque con el asunto de las colas me quedé sin ver Capitán Phillips y tuve que recuperarla después abonando el coste habitual de una entrada... que es casi el triple de los 2,90 euros de la promoción. Y luego la culpa de que no vayamos más al cine será de la piratería... o peor, de que el cine es malo. Cría ministros y te sacarán los ojos.

El quinto poder, Capitán Phillips y Prisioneros se proyectan en cines de toda España.

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