La Fiesta Nacional
Abandonad toda esperanza, salmo 514º
Un año más, se ha celebrado la llamada Fiesta del Cine en un gran número de complejos multisalas adscritos a la misma. Ya saben: entradas a 2,90 euros, un precio más que asequible y considerablemente inferior al habitual, previo registro (gratuito) en la web oficial del evento y posterior descarga de la acreditación personalizada. Pero, como ya ocurriera el año pasado, no es tan bonito como lo pintan; no, al menos, para los que no contemplamos la posibilidad de ver cine doblado. Veamos a continuación por qué, atendiendo a la cartelera del Kinépolis Plazamar 2 de Alicante... Estrenos de películas rodadas en idioma distinto al español: Capitán América: Civil War, El Cazador y la Reina del Hielo, El libro de la selva, El otro lado de la puerta, Feliz Día de la Madre, Infiltrados en Miami, Objetivo: Londres, Triple 9, Trumbo y Zootrópolis. De estos títulos, proyecciones en versión original con subtítulos durante la mentada promoción: solo el primero (que, en mi caso y junto con Trumbo, era el único que ya había visto con anterioridad), en un único pase nocturno de día laboral, aunque la cinta alcance las dos horas y media de duración. Así pues, adiós a la posibilidad de ver en VO el policíaco Triple 9, que me interesaba bastante. Incluso por un precio inferior a tres euros podría haberme arriesgado con el terror de El otro lado de la puerta o incluso con la acción de Objetivo: Londres. ¿Pero así? Por lo tanto: cinematografía estadounidense, desestimada al completo.
Dicho esto, no puedo menos que dejar constancia de mi envidia a los espectadores que no hubiesen visto todavía Capitán América: Civil War y que aprovechasen la promoción para disfrutarla (en VO, por supuesto). La película en cuestión, un auténtico festín para los aficionados al género de principio a fin, es la evolución natural de lo visto en la cinta anterior protagonizada por el superhéroe de las barras y estrellas y en las dos entregas de Los Vengadores: de estas rescata el protagonismo coral y la espectacularidad desatada; tanto es así que no es de extrañar que las próximas películas dedicadas al supergrupo de Marvel estarán dirigidas por los artífices de la cinta que nos ocupa, Anthony y Joe Russo. Y del anterior film de estos hermanos, la soberbia Capitán América: El Soldado de Invierno, retoma las implicaciones sociales y políticas de una trama que va mucho más allá de la pirotecnia vacua, y que hacen de ambas, para el que esto firma, las propuestas más redondas de Marvel Studios hasta la fecha. Estamos pues ante un film maduro, con el que arranca la llamada "Fase 3" de la productora y que, entre otros méritos, deja la puerta abierta a disfrutar de un tercer Spiderman de carne y hueso que, por lo poco visto aquí, promete muchísimo.
Volvamos a repasar la cartelera, ahora con las películas habladas en castellano (o, si prefieren, español, por incluir una producción latinoamericana): Cien años de perdón, El olivo, Julieta, Kiki (El amor se hace), La noche que mi madre mató a mi padre, La punta del iceberg, Nacida para ganar, Toro y Tini: El gran cambio de Violetta. Si dejamos a un lado esta última, cinta argentina para público infantil y juvenil sobre una estrella adolescente de la televisión, nos encontramos con la friolera de ocho estrenos patrios disponibles durante esta edición de la Fiesta del Cine, que han hecho de la misma una verdadera Fiesta del Cine Nacional. Lo nunca visto: ni durante esta promoción... ni fuera de ella, la verdad. Pero en mi caso particular, hete aquí que la primera de las mencionadas, como les informé en su día, ya la vi cuando se estrenó; y del resto, muy pocas me interesaban verdaderamente como para desplazarme al cine fuese cual fuese el precio de la entrada. De hecho, el asunto se reducía a dos títulos a priori apetecibles: Julieta y Toro. Pero el film de Pedro Almodóvar, del que ya disfruté (y mucho) La piel que habito en una edición anterior de la promoción, solo contaba con pases a las cuatro de la tarde, y a esa hora servidor no había vuelto del trabajo todavía. Otro buen puñado de películas tachadas, pues.
Por lo tanto, mi Fiesta del Cine particular se redujo a Toro, la nueva película a incluir en la reciente edad de oro del cine negro español. Y aquí está el quid de la cuestión: en los últimos años se han estrenado un número de filmes noir concebidos, rodados y ambientados en nuestro país que cuando no alcanzan el nivel de obra maestra absoluta (como es el caso de No habrá paz para los malvados y La isla mínima), se quedan en películas absolutamente espléndidas (recordemos Celda 211, Grupo 7, El Niño o incluso la citada Cien años de perdón). Lejano parece quedar el tiempo en que cintas como Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto o La caja 507 se nos antojaban lo que el PP afirma de sus escándalos por corrupción: auténticos casos aislados. Por tanto, creo que ya va siendo hora de asumir dos hechos: el primero, que esta nueva edad de oro del policíaco español no es un espejismo, y que ha venido para quedarse (pronto se estrenará otra: Que Dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen); y el segundo, que no todas las películas susceptibles de incluirse en este grupo han de ser, por fuerza, soberbias. Este es el caso de Toro: dirigida por Kike Maíllo y protagonizada por Mario Casas y Luis Tosar (este un intérprete ya imprescindible en nuestro cine negro), resulta ser un film con un libreto en su mayor parte demasiado mimético y sin sorpresas, que no ofrece (casi) nada que no hayamos visto ya, como no sea la identificación (de lo más inquietante) entre el mundo criminal y el fervor católico representado en el padrino nacional encarnado por el veterano José Sacristán. Eso no quita para que esté lejos de ser un producto mediocre: cabe destacar sobre todo, algo ya habitual en buena parte del cine español reciente de corte dramático y mirada pegada a la realidad, las excelentes interpretaciones de sus protagonistas. A estas alturas, destacar el buen hacer de Tosar es ya un lugar común, pero sí es de justicia señalar que el empeño de Mario Casas en dejar atrás su rol de icono erótico para adolescentes y convertirse en un actor de raza ya se ha saldado con éxito. Por otra parte, el pulso narrativo de su director, ya demostrado en su anterior Eva, sigue en forma; y por más que se le puedan poner pegas a su relato, si Toro significa que nuestro cine de ciencia ficción ha perdido a una promesa para que el policíaco patrio, ya asentado y con sus lógicos e inevitables altibajos, haya ganado un artesano, por mi parte firmo ya.
Una última reflexión: supongo que habrán advertido que en esta Fiesta del Cine, al menos en mi cine habitual, la oferta se ha reducido a producciones norteamericanas y españolas. ¿Dónde está, sin necesidad de ponernos particularmente exóticos, el resto del cine europeo, ese que debería resultarnos tan cercano? Sobre todo habida cuenta de que cinematografías tan saludables como la francesa o la alemana cuentan con estrenos recientes. Porque imagino que demandar el acceso a los últimos filmes del coreano Hong Sang-soo, el lituano Sharunas Bartas o el ucraniano Miroslav Slaboshpitsky, o a un film recuperado del tailandés Apichatpong Weerasethakul, ya era pedir peras al olmo. O lo que es lo mismo: cinefilia militante a una promoción publicitaria con voluntad de alcance masivo como es la Fiesta del Cine. Quizás el año que viene... aunque lo dudo mucho.
Capitán América: Civil War y Toro se proyectan en cines de toda España.