Vieja imagen manida sobre el fruto de la constancia, se dice de muchas formas. Hay quienes la presentan como divisa de Juan XXIII: La gota de agua horada la piedra.
Ya en el acto VIII de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, popularmente conocida como La Celestina, Sempronio, dialogando con Pármeno, afirma: Mucho puede el continuo trabajo; una continua gotera horada una piedra.
Variante o raíz de expresiones similares que redundan, todas, en la labor terca de una simple gota de agua; capaz por su perseverancia, por su trabajo incesante, de erosionar lo más duro:
Continua la gotera, horada la piedra. Tantas veces da la gotera en la piedra que hace mella. Tanto da la gotera en la piedra, hasta que le hace un hoyo. Tanto da la gotera en la piedra, hasta que le hace hueco. Y otros tantos así insistiendo en lo mismo. Como inagotable gotera.
Y es que la constancia tiene su recompensa. En la fábula La liebre y la tortuga, atribuida a Esopo, la tortuga, pasito a pasito, gana por su persistencia.