La huella de Resti
Resti vuelve a exponer en su pueblo tres décadas después de hacerlo por última vez. La muestra podrá visitarse hasta el próximo 5 de mayo
Cuando la exposición ha superado el ecuador de su duración, observando el aprecio que se le tiene al artista, aún a pesar de que no se prodiga mucho por Villena, me encierro en la sala de exposiciones de la Kakv para observar con detenimiento, sin mediaciones ni interrupciones, la obra de Resti.
Ha sido un viaje un poco más largo de lo habitual. Lo normal es que, a la primera, o a la segunda te contesten con un “sí”, o con un “no”. Es mucho menos frecuente que te digan una y otra vez “ya lo veremos”.
“Lo cierto es que estoy aquí”, cantaba Rosendo, y poco tiene de importancia ahora el camino recorrido. Bueno, sí. De este viaje hemos aprendido estrategias emocionales, que no niego que usaré en el futuro para alcanzar objetivos tan relevantes como el de conseguir que un artista como Resti vuelva a su pueblo con sus grabados, tres décadas después de que lo hiciera por última vez, y que se preste a que su obra pueda verse en la Casa de la Cultura.
Es lógico que a un grabador que trabaja con formatos de obra pequeña le de vértigo enfrentarse a una sala de las dimensiones de la de la Casa de la Cultura. Sin embargo, tanto María Gazabat –la verdadera artífice de que podamos disfrutar hoy de esta muestra– como yo mismo, sabíamos que la obra de Resti en esta sala iba a quedar perfecta, solo quedaba convencer al artista. Y lo logramos.
Yo personalmente no había visto mucha obra de Resti. Apenas recordaba aquella última exposición de la “Galería Experimental El Túnel”, los dos grabados que el ayuntamiento adquirió en aquella exposición, alguna obra que me había mostrado nuestro común amigo Pedro Marco y poco más. Con Pedro precisamente había comentado en más de una ocasión la necesidad de que Resti expusiera en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura. Razonaba mi deseo en el hecho de que uno de los pocos artistas que han cultivado, casi de manera exclusiva, esta disciplina nacido en Villena, merecía –y nos merecíamos– que su obra fuera expuesta en su ciudad natal. Ahora que observamos a toda la gente que está acudiendo a la sala y lo que manifiestan cuando salen de visitar la exposición, justifica todavía más nuestro convencimiento de que las Improntas de Resti eran necesarias.
Habitualmente trato de entregarme a la visita de una exposición de una manera empática, intentando ponerme en la piel del artista, lo que sin duda me conduce a imaginar una atmósfera propia que me introduce en la obra buscando el aspecto emocional de la misma, descartando a priori los aspectos técnicos y formales. Huyo, a pesar de que a veces resulta difícil, de pensar en cómo se las ha ingeniado el artista para llegar hasta ahí, intentando concentrarme en qué habrá sentido el artista o cómo se habrá producido la descarga eléctrica que conecta el cerebro con la mano, para transmitirnos este conjunto de sentimientos que tenemos delante.
Porque el resultado de una obra de arte no responde a un determinado sentimiento en un espacio de tiempo concreto, sino que va tomando forma en la cabeza del autor de una manera desordenada, mezclándose con otras ideas que sin certeza alguna pudieran plasmarse en otro boceto, que se materializara en obra, o no. Pero aun tratándose de un trabajo tan laborioso como el que podemos advertir en la obra de Resti, el caos siempre se manifiesta, tanto en la gestación como en la ejecución de la obra, y se producen cambios que vienen motivados por el estado de ánimo del autor. Lo que sin duda alguna se advierte de manera más evidente en aquellos grabados que el propio autor manipula una vez estampados.
Aún tratándose de un conjunto de obras que nos remiten siempre a elementos reconocibles a nuestra vista –las flores son flores, los paisajes son paisajes, etc.–, no debemos dejar de lado que el autor manipula deliberadamente todos estos objetos y ambientes reconocibles para evitar que apreciemos su semejanza con la realidad. Las escenas son las que Resti ha querido que veamos, no las que permanecen allí. Teniendo en cuenta que la obra parte del cuaderno de bocetos donde el autor imprime su primera mirada, donde ya se produce la primera manipulación de la realidad, como puede apreciarse en los cuadernos que se encuentran en las vitrinas de la sala, obsérvese además cómo Resti se aventura y traza estos dibujos incorporándoles el rallado y las masas que posteriormente llevará a la plancha de metal desde la que estampará la obra.
Esta exposición, que incorpora algunas de las placas y sus bocetos primigenios, nos permite apreciar los cambios que el artista va incorporando desde el dibujo en papel al grabado en el metal. No olvidemos que el grabador plasma la obra reflejada (dibuja al revés) y vacía la cera con la que está recubierta la plancha del grabado que morderá con ácido, o con otras técnicas. Sin lugar a dudas el resultado final nos lleva a escenas u objetos concretos, pero intencionadamente no son ya esos elementos que nuestra mente trata de mostrarnos.
La limitación cromática que impone el propio medio supone también un elemento que ayuda al artista a dejar su propia impronta en la obra: el conjunto de decisiones que irá tomando a lo largo del proceso de creación se tornarán determinantes e irreversibles, sobre todo en el proceso del trabajo en la plancha, entregando al espectador una determinada manera de expresarse: la huella del propio autor.
Es esta, sin duda alguna, una exposición que define la línea del tiempo de Resti como artista y grabador, una trayectoria que no solo nos muestra el transcurrir de los años, sino que nos sirve sobre todo para apreciar el discurrir de las técnicas y los procesos, el nivel de atrevimiento y de riesgo, sus recuerdos y sus afectos que se materializan también con los retratos que sus amigos Pedro Marco, Paco Martínez Catalán y “Sarri” le han hecho a lo largo de su vida.
Una exposición que deja huella.
Por: José Ayelo Pérez. Villena, abril de 2024
La exposición “Resti, improntas de una mirada. Obra gráfica 1990-2020” puede visitarse en la Casa de la Cultura de Villena hasta el próximo 5 de mayo. De lunes a viernes de 18 a 21 horas. Sábados y festivos consultar la programación.