La II Jornada sobre Alcohol, Familia y Juventud constata los nefastos daños cerebrales que la bebida causa en los adolescentes
Unas 100 personas asistieron a las conferencias de la segunda jornada formativa que, con motivo del Día Nacional sin Alcohol, se llevó a cabo entre los días 13 y 14 de noviembre en el Espacio Joven y se complementó con una charla en la que participaron 225 alumnos de Secundaria. En representación de las concejalías de Bienestar Social y Educación, las técnicos Laura Fuentes y Ana Coloma han dado a conocer las conclusiones de este encuentro.
La ponencia del 13 de noviembre estuvo a cargo de Mª Pilar Sempere, profesora de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante, quien habló de la urgencia de concienciar a los adultos sobre la edad de inicio de los jóvenes en el alcohol, porque lleva tiempo descendiendo situándose ya en los 13 años así como de que se tomen medidas que contribuyan a disminuir la frecuencia del bringe drinking (consumo de mucha cantidad de alcohol en muy poco tiempo) que se ha convertido en un ritual de inicio de la adolescencia más temprana.
Sempere hizo hincapié en factores de protección (en el ámbito personal, familiar y escolar) para ayudar a que la edad de inicio en el consumo de alcohol sea lo más tardía posible. Factores como el apego, el dar oportunidades de sentirse implicados en tareas familiares, el transmitir patrones saludables y claros estándares de conducta, el ofrecer posibilidades de implicarse en el funcionamiento del centro educativo, el refuerzo de actitudes positivas, el desarrollo de habilidades sociales y para adaptarse a los cambios, la resiliencia (sacar fuerzas para salir adelante ante circunstancias adversas) y sobre todo el tener aspiraciones de futuro.
Por su parte la investigadora del CSIC Consuelo Guerri aportó datos como que el alcohol causa 2,5 millones de muertes al año en todo el mundo y que miles de jóvenes de entre 15 y 29 años mueren por causas relacionadas con su consumo. La ponente remarcó que durante el embarazo no se debe probar el alcohol, pues desde las primeras semanas afecta al cerebro del feto (pudiendo provocar deficiencias cognitivas, conductuales y físicas).
Pero también insistió en que resulta nefasto para los adolescentes, pues impide que la mejora de las conexiones neuronales que se da en esa etapa de desarrollo se haga adecuadamente, alterando procesos de memoria-aprendizaje. En este sentido, explicó que a través de un experimento con ratones se ha descubierto que el fenómeno del botellón tiene como consecuencias la disminución de la corteza prefrontal, del hipocampo y del flujo sanguíneo, deterioro de la capacidad cognitiva y de retener y procesar información, bajos niveles de atención, disminución del rendimiento académico y deficiencia en funciones cognitivas. Asimismo advirtió de que si se empieza a consumir antes de los 13 años, el riesgo de tener problemas con el alcohol en el futuro es muy alto.
Por ello desde el Ayuntamiento se ha creído necesario transmitir el mensaje de que en la adolescencia no debería consumirse alcohol, porque las consecuencias para quien hace botellón empezaremos a verlas cuando solo tengan 20 años, decía Laura Fuentes. Al respecto incidía en la necesidad de la prevención, promoviendo actividades que favorezcan el uso saludable del cerebro, ayudando a los jóvenes con retos que requieran planificación, reforzando su autoestima, educando en los riesgos y consecuencias del consumo abusivo y sin infravalorar los efectos del mismo en la adolescencia.
Lo bueno fue que no solo los adultos quedaron impresionados con estos datos, sino que a los 225 alumnos de Bachillerato y Ciclos Formativos que asistieron a la charla que Guerri ofreció por la mañana también les interesó mucho, porque no demonizó el alcohol, sino que basándose en sus investigaciones científicas precisó como debía ser su consumo, destacando que por ejemplo el vino es bueno, siempre que al día no se superen las 2-3 copas medianas en hombres y 1 en mujeres, y con comida, decía Ana Coloma, técnico de Educación.
