PSOE

La (i)legitimidad del Partido Popular de Villena

Cualquier partido político puede tener la legítima aspiración de gobernar. Pero ha de entender que la soberanía reside en el pueblo. Con su voto, tiene la capacidad de decisión y la última palabra. El Partido Popular de Villena demuestra no respetar ni a la ciudadanía ni la democracia cuando se queja de que durante doce de los últimos dieciséis años ha estado en la oposición. Por algo será.
La precampaña del PP ha puesto en marcha una cuenta atrás hacia las próximas elecciones municipales de mayo. Una muestra del carácter retrógrado de un partido conservador que simpatiza con principios y valores ultraderechistas. Solo hay que escuchar a sus dirigentes nacionales y comprobar los guiños complacientes que lanzan a Vox en materia de violencia de género, por ejemplo. Su reloj retrocede a tiempos pasados y postulados que ninguna sociedad moderna y avanzada puede aceptar ni permitir.

Propugnan un “cambio” necesario a nivel local, presumiendo de las obras realizadas en pasadas legislaturas, cuando Mariano Rajoy no obstaculizaba las inversiones públicas desde el Estado y las políticas basadas en el agotado modelo del ladrillo aún servían como reclamo en la Generalitat Valenciana de Francisco Camps. Pero aquellos fastos ya no volverán tras la grave crisis socioeconómica sufrida en los últimos años. Algo se supone que hemos aprendido. Además, algunos de aquellos edificios hacen aguas, como la plaza de toros y sus goteras o el parking subterráneo y la piscina cubierta con sus deudas acumuladas, siendo un exceso insostenible, infrautilizado y deficitario que lastra el erario municipal.

En su momento el PP pretendió deslegitimar el tripartito formado por Verdes, PSOE y VCD, calificándolo como un “pacto de perdedores”. Un acuerdo que trajo estabilidad, tranquilidad y prosperidad al municipio después de una legislatura cargada de problemas protagonizada por los enfrentamientos y las divisiones del PP de Celia Lledó.

Los electores premiaron legítimamente de manera muy distinta a los partícipes de aquel gobierno. A los Verdes con una mayoría absoluta. A VCD con su desaparición. Y al PSOE lo relegaron a ejercer la oposición con solo tres concejales. Por su parte, el PP reeditó su derrota cosechando tres ediles menos de los diez que tenía.

Los socialistas aceptamos los resultados, no sin cierta sorpresa, frustración y decepción. Sin duda, era un acicate y entendimos desde el primer momento que debíamos reponernos para ser útiles a la ciudadanía, fiscalizando al nuevo equipo de gobierno y aportando ideas que contribuyeran a seguir mejorando la vida de los villeneros y las villeneras. Habíamos dejado una fructífera gestión de la que éramos en buena medida responsables, que necesitaba consolidarse. Sin ánimo revanchista, pero con la firme convicción de que nos jugábamos mucho, nos pusimos al empeño sin dejar pasar ni un día para volver a liderar el ayuntamiento en un futuro inmediato.

Casi cuatro años después, comprobamos con desazón y amargura cómo los Verdes han dilapidado torpemente los logros de la legislatura anterior, recurriendo a excusas y mentiras de un modo constante. Han sido incapaces de mantener, con su mayoría absoluta, ciertas iniciativas beneficiosas, despertando un creciente rechazo y hartazgo entre la población.

Una circunstancia que el PP pretende aprovechar injustamente, manifestando un insultante tono demagógico y una malintencionada tergiversación al meter en el mismo saco los últimos ocho años de gobierno municipal. Dos periodos llenos de claras diferencias como bien saben los villeneros y las villeneras, a los que no se les puede engañar ni tomar el pelo.

Cuando el candidato popular a la Alcaldía alude a que Villena “se está empequeñeciendo”, evoca desgraciadamente con tono patriotero a aquella “España única, grande y libre” de la dictadura. Se equivoca el PP porque Villena sigue siendo muy grande, a pesar de los Verdes. Nada más y nada menos que el segundo término municipal de la provincia de Alicante.

La cuestión no depende del tamaño del ego, ni de la dimensión de los edificios que se construyan, ni de la ambición del político de turno. Lo más importante es la capacidad para afrontar y resolver los problemas cotidianos, apostando por la política de las pequeñas cosas, contando con las personas, ofreciendo unos servicios públicos de calidad, generando oportunidades y recuperando la ilusión y el orgullo de ser villeneros, como ya hizo el PSOE en la legislatura pasada.

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