La isla negra
Abandonad toda esperanza, salmo 96º
Que no es la creada por Hergé en un álbum de su célebre Tintín, aunque se llame igual. La isla que nos ocupa no es otra sino Cuba, una ínsula doblemente negra, por lo racial y por lo criminal. Del país azotado por el régimen de Castro y el embargo de los Estados Unidos nos llegan dos estupendas novelas negras, que no deberían pasar desapercibidas dadas su relevante calidad literaria y su procedente denuncia.
La primera es Santuario de sombras, del escritor cubano, hoy exiliado en Berlín, Amir Valle. Soy un escritor cubano: esa es mi cruz. Así de tajante se presenta el autor de Si Cristo te desnuda y Entre el miedo y las sombras, una de las voces indispensables de la nueva narrativa de la isla
Autor del polémico ensayo Jineteras, sobre la prostitución en su país, y que le ha valido el exilio, construye su Santuario de sombras plagándola de dualidades, como obliga el buen oficio narrativo si ambientas tu novela en un territorio fronterizo como las aguas que separan Cuba y Miami. Es ahí donde el autor sitúa una trama policiaca alrededor del tráfico de personas, engañadas por la promesa de un mundo mejor y cuyos cuerpos acaban enterrados en el fondo del mar.
Dejemos a Valle justificar su encomiable dedicación: "en un mundo sin diálogo, creer en la libertad de la palabra es de locos. Me confieso empecinadamente loco. La libertad de los locos es una de las cosas hermosas que todavía hoy salvan al mundo. (...) Pienso que a este planeta nuestro le hace falta un poco de esa hermosa y libre locura. Por eso escribo". Y por eso le leemos, me permito añadir.
Fue precisamente Valle quien recibió el gozoso encargo de terminar y revisar la novela póstuma de otro gran narrador cubano, Justo Vasco, cuya desaparición el año pasado nos escatimó el seguir disfrutando de futuras obras.
Titulada adecuadamente, dado que es la novela más cubana de su autor, El guardián de las esencias, el libro relata la investigación del asesinato de una jinetera en un callejón de La Habana, caso que se complica con la aparición de otro cadáver: un mercachifle homosexual que nada tenía que ver con la víctima anterior.
Como en toda gran novela negra que se precie, el marco social y político donde se desarrolla la historia es de gran importancia y dota de sentido final a la obra: las páginas de El guardián de las esencias conducen al lector por las calles de una ciudad inmediatamente posterior al llamado periodo especial, en las que conseguir pan para comer y agua para ducharse podía convertirse en toda una odisea.
Ambos narradores, de copiosa valía literaria, dan voz a muchas de las hasta ahora anónimas vidas de la isla en estas dos novelas polifónicas y geniales: dos libros que aunque sean de ficción responden a una realidad muy terrena y reconocible a la que no podemos seguir dando la espalda.
Santuario de sombras y El guardián de las esencias están editados por Almuzara y Tropismos respectivamente.