Ni nos podemos imaginar la de presos a los que habría que conmutar la pena para dejar sitio con tal de que en las cárceles cupiesen todos los mangantes que ya hay, añadiendo a los que diariamente van saliendo a la palestra (que no son pocos).
La cuestión trata de que no teniendo bastante con lo de las tarjetas opacas, ahora se descubre que entre el 2009 y el 2011, en tiempos del trajeado Camps, se utilizaron en la Comunidad de forma fraudulenta unos 448 millones de euros. Así, como el que no quiere la cosa.
El Fabra dice que hay que acabar con la corrupción y, prestándose a ello, van, y en la Generalitat esa, deciden no hacer públicas las cuentas de los gastos (mal llamados de representación) ocasionados por meter la/s mano/s en la caja opaca.
Eso dicho por el mandatario del parlamento valenciano me parece perfecto. Pero, aparte de quedar bien con la audiencia, este Sr. tendría también que preocuparse de lo que el Consell le adeuda a Villena (por nombrar lo cercano), de lo cual ni se atisba salida alguna por nuestra parte. El final de túnel de las narices solamente lo ven aquellos que sufren alucinaciones.
Luego, con el tiempo, se meterá ese agujero dentro de cualquier excusa para tornar a tocarnos los mismos inventándose el recorte que se les ocurra. Y a tocarse el bolsillo los de siempre, esto es, aquellos a los que tienen como comodines para sanear los despropósitos (los de economías lindantes en la ignominia).
Y como aún no ha dado fin el asunto, este que lo es se las pira sin más. Lo dicho, anda que menudo guión. Hasta más ver, pues. ¡Au!
