Un año más, el día 12 de mayo, la efigie de Mahoma ha llegado a Villena. Cumpliendo con el horario previsto por la Junta Central de Fiestas, la Mahoma ha llegado con los ojos puestos en el cielo, ya que desde el sábado pasado, que comenzaron las fiestas de Mayo de la vecina localidad de Biar, las inclemencias meteorológicas han estado a la orden del día y todo presagiaba que el recibimiento a la Mahoma podía estar pasado por agua.
Pocos minutos antes de las 21 horas, la Mahoma, acompañada de Los Amigos de la Mahoma, pertenecientes a la Comparsa de Moros Viejos, hacía acto de presencia en Villena después de celebrarse la guerrilla en Biar. Un total de 320 arcabuceros de todas las comparsas escoltaban a la efigie, que presidirá desde ahora los actos festeros que se realicen en la ciudad desde la Casa del Festero, lugar desde donde se trasladará al Castillo de la Atalaya durante las fiestas Patronales y desde donde el día 8 será devuelta a Biar.
Madrinas mayores e infantiles, cargos festeros, presidentes y delegados, junto con numeroso público, acompañaron, a los sones de la Banda Municipal de Música, a las autoridades políticas y festeras que participaron en este acto. Los niños, con espectacular asombro, volvieron a revivir la experiencia de cada 12 de mayo.
Cita obligatoria es la visita a la comparsa de Cristianos, lugar donde se agrupaba gran cantidad de público, resguardándose del atronador ruido de los arcabuces, y tras un liviano refrigerio, la comitiva retomaba la dirección hacia la Casa del Festero por Corredera y Joaquín Mª López, llegando alrededor de las 23 horas a la Plaza de Santiago. Poco después arcabuceros y miembros de cada comparsa volvían a sus sedes sociales para compartir experiencias de este acto y así relajarse de este primer día de las fiestas de Moros y Cristianos 2008.
La Mahoma, de luto
Durante el acto pudimos comprobar que la efigie de Mahoma portaba un crespón negro, y en el mismo desfile, puestos en contacto con miembros de los Amigos de la Mahoma, nos indicaban que era debido al fallecimiento de María Rico, biarense que durante toda su vida ha estado al cuidado de la Mahoma durante el tiempo que ésta permanece en Biar.
