La maldición de Shirley Jackson
Abandonad toda esperanza, salmo 646º
Si al igual que hago con las películas, al final de cada año hiciera una clasificación con las mejores series vistas durante ese período de tiempo, la triunfadora del 2018 habría sido sin duda La maldición de Hill House, y con bastante margen de diferencia del resto. Gracias a esta y a la soberbia tercera temporada de Daredevil, la muchas veces criticada plataforma Netflix se redimía demostrando que también sabe hacer las cosas bien (por no decir de forma excepcional) cuando quiere. Y es que, contra todo pronóstico, nos encontramos con una serie que en diez portentosos capítulos actualizaba el tan traído y llevado subgénero de las casas encantadas, proponiendo un relato que sin renunciar a la atmósfera terrorífica y algún que otro susto de infarto apostaba más por el retrato psicológico de sus personajes y la construcción de un drama verosímil con el que cualquier espectador podría identificarse fácilmente aunque nunca creyera haber visto un fantasma en toda su vida. Uno de los dos principales responsables de este logro es, sin duda, Mike Flanagan: quien arrancó como un efectivo realizador de la mejor serie B (la que compensa las carencias económicas como toneladas de ideas estimulantes) en títulos como Absentia u Oculus, y del que empezamos a temer que podría acabar siendo solo un más que discreto artesano por culpa de -las por otro lado muy dignas- Hush, Somnia: Dentro de tus sueños o la precuela de Ouija, se revela aquí como un showrunner de series de autor al más puro estilo HBO en la línea del David Simon de The Wire o el Nic Pizzolatto de True Detective: Flanagan coescribe la serie y dirige absolutamente todos los episodios... incluyendo por tanto ese inolvidable (y terrorífico) final del quinto capítulo; así como todo el sexto, virtuosamente construido en seis únicos planos secuencia. Este control individual le confiere a la serie una unidad narrativa y estilística muy de agradecer, y la convierte en una auténtica película de diez horas seccionada en otros tantos capítulos que debió de rodarse en muy poco tiempo y que jamás da la sensación de ir haciendo eses con el fin de contentar a un productor o a otro. Así pues, ojo con esta serie y ojo con Flanagan, que además de fantasear con una segunda temporada de la misma (a saber cómo podrán continuarla, viendo cómo termina) ya prepara para el año próximo la película Doctor Sueño; es decir, su segunda adaptación de Stephen King (tras El juego de Gerald, también para Netflix)... y lo que será una suerte de secuela de El resplandor por más que Kubrick se remueva en su tumba cuando se entere.
La otra gran culpable del triunfo de La maldición de Hill House no es una directora de última hornada o una guionista de moda. De hecho, murió prematuramente de una insuficiencia cardíaca en 1965, con tan solo cuarenta y ocho años de edad. Me refiero a Shirley Jackson, la autora de la novela homónima publicada seis años antes de su defunción y que jamás sospechó que alcanzaría todo el reconocimiento que ha tenido después, gracias a una corriente de reivindicación de su figura que aún está lejos de terminar. De momento, quienes más hacen por remediar injusticias como esta y apostar por que figuras de culto como Jackson se sobrepongan a determinados prejuicios (que si la autora es una mujer, que si escribe historias de terror y/o del gótico americano, que si...) y lleguen así a un número mayor de lectores son los responsables de editoriales pequeñas que a la hora de armar sus catálogos se fijan más en la calidad de los textos que en los índices de ventas y en las campañas de mercadotecnia. En este caso, es Minúscula quien se había encargado de publicar en nuestro país y en los últimos años la otra gran novela de la autora, Siempre hemos vivido en el castillo, así como un volumen de Cuentos escogidos que se ha reeditado recientemente. El último título de Jackson en sumarse a estos dentro de su línea editorial es Deja que te cuente, un suculento volumen armado por dos de sus hijos y herederos, que recopila cuentos inéditos hasta la fecha, ensayos, críticas y conferencias sobre el oficio de escribir, así como algunos dibujos de la propia autora y hasta un cuento inacabado (precisamente el que da título al volumen). Sobra decir que estamos ante una obra imprescindible para conocer en profundidad el legado de quien tanto ha influido en colegas como Neil Gaiman, Donna Tartt o el citado Stephen King.
Al margen de La maldición de Hill House y Siempre hemos vivido en el castillo, el otro título por el que se recuerda principalmente a Jackson es el de su cuento La lotería, incluido en el citado Cuentos escogidos. Publicado en 1948 en las páginas del mítico The New Yorker y convertido enseguida en un clásico contemporáneo que fue y sigue siendo censurado todavía en muchos institutos de secundaria norteamericanos (confieso que yo sí se lo he leído a algunos de mis alumnos), este cuento ambientado en un pequeño pueblo de la América profunda saca a la luz el lado más oscuro del ser humano como individuo sometido a las decisiones de la muchedumbre. Más de medio siglo después, y basándose en esta breve historia ya inmortal, Miles Hyman escribe y dibuja una novela gráfica que conserva toda la fuerza y el poder de sugestión del texto original, algo verdaderamente difícil de lograr en un arte visual y por tanto más explícito como es el cómic. Como curiosidad, cabe destacar que este artista estadounidense afincado en París es el nieto de la propia Shirley Jackson... pero si este vínculo de consanguinidad nos hace plantearnos la posibilidad de que el talento sea hereditario, entonces nos acordamos de aquella adaptación a la gran pantalla de La máquina del tiempo de H. G. Wells dirigida por su bisnieto Simon Wells y se nos pasa.
Lo que no se les tiene que pasar a ustedes es la posibilidad de disfrutar con la serie comentada, o incluso de gozar (si no lo han hecho ya) con The Haunting, la magistral adaptación al cine que dirigió Robert Wise en 1963 y mucho más fiel a la novela que la versión de Flanagan; de la que firmó Jan de Bont a finales de los años noventa, lo más piadoso es olvidarse. Pero sobre todo, que no se les pase descubrir (o redescubrir) la literatura, más allá de géneros y prejuicios, de Shirley Jackson. Acabemos entre todos, por fin, con la maldición.
La maldición de Hill House está disponible en Netflix España; Cuentos escogidos y Deja que te cuente están editados por Minúscula; La lotería, de Shirley Jackson está editado por Nórdica.