La masiva afluencia al Rabal, un arma de doble filo. ¿Puede llegar a morir de éxito el Mercado Medieval?
Por séptimo año consecutivo el casco antiguo de Villena ha sido ocupado por los puestos y espectáculos del Mercado Medieval. Definitivamente, esta iniciativa de la Asociación de Vecinos del barrio se ha consolidado como un evento que cuenta con más visitantes en cada nueva edición, hasta el punto de que la afluencia de público comienza a crear serios problemas de movilidad.
Durante este fin de semana las callejuelas que fueron el origen de la actual Villena se han vestido a la vieja usanza, con blasones, guirnaldas, estandartes y demás elementos decorativos de carácter histórico para rememorar, una vez más, la Edad Media. Los vecinos del Rabal, ataviados al estilo de la época, son los auténticos impulsores de una idea que surgió en 2002 y que, con no poco esfuerzo y trabajo, comienza a merecer el calificativo de tradicional.
Sin duda, se trata de una atractiva propuesta que invita a vecinos de Villena y de las localidades de nuestro entorno cada vez más a visitar esta zona tan entrañable de Villena con el fin de poder descubrir, entre sus rincones, un rico patrimonio arquitectónico y un legado que nos recuerda de dónde venimos todos aquellos que presumimos de ser villeneros. Además, y más allá de servir para potenciar nuestros recursos turísticos, el evento es una manera de intervenir activamente a favor de la integración social, la revitalización y dinamización de un barrio que desde hace años padece muchas carencias y graves problemas sociales. Ése ha sido siempre uno de los objetivos principales, según han manifestado los promotores del mercado.
Demasiada gente
No obstante, el deseo de todo organizador de eventos, que es atraer al público, una vez cumplido puede llegar a convertirse en un auténtico problema, dado que las calles son las que son y el espacio disponible no se puede ampliar. Como muchos visitantes han podido comprobar, durante las horas punta se ha hecho verdaderamente difícil visitar el Mercado, especialmente atravesando la calle Mayor, debido a la elevadísima afluencia de público, que impedía caminar tranquilamente o detenerse a contemplar los puestos o charlar con amistades y vecinos debido al tapón que se formaba. Un problema que se agrava, sin duda, cuando hablamos de discapacitados físicos o familias que pasean con cochecitos de bebés, algunas de las cuales se veían obligadas a desistir de su visita debido a la imposibilidad física para transitar con facilidad.
Espectáculo para todos
En cualquier caso, lo que es innegable es que el Mercado Medieval está plenamente consolidado y va a más, como pone de manifiesto su extenso programa de actos. Al igual que en años anteriores, la plaza Mayor, la de Biar, la Tercia y la de Santa María han acogido diversas actuaciones inspiradas en el medievo, representaciones teatrales, de tiro con arco, pasacalles, sesiones de cuenta cuentos y diversos talleres. Más de un centenar de artesanos de múltiples gremios venidos de todos los lugares de España han instalado sus tenderetes a lo largo de un recorrido que cada año cuenta con más puestos y atracciones. El Castillo de la Atalaya también ha sido un enclave relevante en la celebración, acogiendo la ya tradicional muestra de tiro con arco a cargo del club de Tiro con Arco de Villena.
Entre las propuestas presentadas este año han llamado la atención los entremeses representados por la Compañía de Teatro Clásico de Almagro, que nos ha transportado al Siglo de Oro español, así como la contemporánea y arriesgada puesta en escena de la Leyenda de las 5 campanadas a cargo de Factoría la Fam.
Máxima participación
La implicación de las gentes del barrio es algo esencial en el éxito de este acontecimiento. A las obligaciones organizativas y de contratación de puestos y actuaciones, se suma la tarea de adornar las fachadas de sus casas y las calles, ejerciendo a su vez activamente como extras y anfitriones. Valgan como ejemplo las mujeres de la Asociación Pro-restauración de la Ermita de San José, que un año más obsequiaban con tortas fritas a todos los que quisieran colaborar con un donativo en la financiación de las obras, o propuestas como la posibilidad de subir al campanario de Santa María, suprimida a última hora por orden de las autoridades municipales, lo que ha puesto la nota polémica al Mercado Medieval 2008.
Si a todo ello le sumamos que el tiempo ha acompañado, brindándonos dos jornadas primaverales, no es de extrañar que la gente se haya echado a la calle y en algunos momentos haya colapsado, literalmente, el recorrido por un mercado medieval que, sin lugar a dudas, se ha convertido por derecho propio en una cita ineludible dentro del calendario de eventos y celebraciones de Villena y comarca. Por todo ello, enhorabuena a los organizadores y a todos los vecinos del Rabal.