Cartas al Director

La mía, más gorda

A los tontos hay que darles un lápiz, no un arma

Pues va a ser que no. No pretendo hablar del miembro viril propio ni ajeno. Los tiros no van por ahí, ¡faltaría más! El presente artículo viene a cuento de que los candidatos a presidir el gobierno de este país, nada más estrenarse la campaña, ya comenzaron a destruir puentes, pues cada vez que le daban a la sin hueso se rompía alguno (el puente, digo).

Evitar escuchar burradas y chascarrillos (con menos gracia que la del expresidente Aznar, ya es decir) puede resultar tan difícil como pretender ponerse la hora correcta con el reloj del campanario de Santa María. Solamente les ha faltado hacer cromos para intercambiárnoslos tal y como hacíamos antaño con los de los futbolistas del momento, entre los cuales, para desgracia de fans absurda y aburridamente cerrados de mollera, no se encontraban ni Messi ni Cristiano Ronaldo.

Tras el garbeo que me he pegado por los cerros de Úbeda, trataré de explicarme: Suponemos que una campaña electoral como la que acabamos de vivir debería residir en que los diferentes candidatos intenten con sus argumentos convencer a las gentes de que son los que van a solucionar los problemas a las mil maravillas. Ya, ¡ni por asomo! Habiéndolos oído se tenía la sensación de que estaban concursando para ver cuál de ellos era capaz de soltar a los cuatro vientos la sandez más gorda. Sin olvidar que también se dedicaban al “¡Esto es tuyo!”, juego consistente en coger un buen truño y lanzárselo al contrario. Y, por descontado, viceversa también.

De todas las animaladas oídas y por oír la siguiente se lleva la palma. Uno de los partidos pretendiente a gobernar tuvo la ocurrencia de estimar necesario que los españoles “de bien” (en clara referencia a sí mismos) pudiesen portar armas de fuego a fin de defenderse de quién sabe qué. ¡Ole tus huevos! Puede ser que la pretensión buscada sea la de convertir España (la de todos) en un nuevo Far West al más puro y duro estilo John Wayne, Clint Eastwood y demás pistoleros de leyenda, con todas las nefastas consecuencias que ello conllevaría. A los tontos hay que darles un lápiz, no un arma.

Otro parió la simpar agudeza de hacer coincidir, como si viniese al caso, la cantidad asistentes a su aperitivo-mitin (cercanos a los mil) con la de víctimas mortales de la aberrante banda terrorista ETA. Llegaremos a la conclusión de que usan a la víctimas de la barbarie para hacer demagogia para hacer ver a los supuestos votantes que él no pacta con estos o aquellos. ¡Muy bonito, sí señor! Ahora bien, de la corrupción propia ni un atisbo de reconocimiento.

En un afán de no extenderme en tan escabroso asunto solo he hecho mención a los que más me han llamado la atención; aunque los que me guardo en el tintero poco o nada tienen que envidiar; pero, como ya he manifestado en varias ocasiones, no tengo el periódico para mí solo.

Y como dicen que cada palo aguante su vela, éste que siempre lo será se va a tumbarse al pie de un árbol para hacer acto de reflexión o, lo que viene a ser lo mismo, pegarse un siestorro. Lo dicho, mi mascota Nancy seguro que votó a Esperra Unida. Hasta más ver, pues. ¡Au!

Por: Tony Piojo

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