La muerte nos sienta tan bien
Abandonad toda esperanza, salmo 259º
Decía Hitchcock que toda película debe empezar con un terremoto y a partir de ahí ir hacia arriba. Otro grande del cine, Clint Eastwood, le ha hecho caso a medias, y no solo porque Más allá de la vida arranque con un tsunami en lugar de con un terremoto, sino porque se olvida de lo de "ir hacia arriba"... a no ser que con eso se refiera a morirse, porque de eso trata precisamente la última película de este actor y realizador, un caso único en la segunda mitad del siglo XX que ha conseguido éxito comercial y reconocimiento crítico y que ha aunado ambas facetas, la de director y la de intérprete, sin que ninguna haga sombra a la obra. Porque en el imaginario colectivo siguen tan vigentes personajes míticos como el "Hombre sin nombre" de los spaghetti westerns de Sergio Leone y el expeditivo policía de San Francisco de Harry el Sucio como el reputado director de obras maestras de la talla de El jinete pálido, Bird o Sin perdón.
Por ello, y también porque gracias a su profesionalidad y veteranía se ha consolidado como alguien que siempre termina los rodajes antes de lo previsto y gastando menos dinero del estipulado, Eastwood -también productor, no lo olvidemos- ha alcanzado un estatus que le permite rodar prácticamente lo que le venga en gana. Por tanto no podemos achacarle a nadie más que a él el interés por un producto como este, tan digno como a la postre inofensivo, donde morirse parece ser algo que al final solo nos depara alegrías. La cinta, por cierto, también la produce otro cineasta todopoderoso de Hollywood, Steven Spielberg, lo que puede darnos alguna pista de por dónde van los tiros... Ay, esos tiros que aquí brillan por su ausencia, y que me recuerdan a aquel estupendo monólogo sobre el macho español que alquila Los puentes de Madison y que queda decepcionado cuando descubre que Clint no mata a nadie ni vuela ningún puente.
Quizá su avanzada edad, que va para 81, le ha llevado a querer reflejar la muerte de una forma más complaciente, frente a la amargura que destilaban, hasta hace no mucho, títulos como Mystic River o Million Dollar Baby a la hora de mostrar lo que nos espera después del último suspiro, que parecía bien poco atendiendo a la filmografía del maestro. Y como siempre que se pone amable -ya le pasó en la anterior Invictus-, Eastwood no está a la altura de las expectativas. Eso sí, no crean que el film carece de todo interés: la historia de los niños gemelos funciona, el realizador nos ofrece una de las escenas más sensuales de los últimos años (sí, a la vejez viruelas), en la que Matt Damon y Bryce Dallas Howard se dan a probar condimentos con los ojos vendados en una clase de cocina, y hacia el final podemos oír una breve lectura de Charles Dickens a cargo del shakespeariano Derek Jacobi. Bueno, en realidad solo la vemos, porque como siempre en los cines nos la vuelven a meter doblada (la película).
O quizá no sea eso; quizá sea que Eastwood ya chochea un poco, porque dicen que después del esperado biopic sobre el fundador del FBI que encarnará Leonardo DiCaprio se pasará al musical y rodará una nueva versión de Ha nacido una estrella (¿otra más, si ya llevan tres o cuatro?)... con Beyoncé. Vale que uno quiera probarlo todo antes de morirse, pero esto ya me parece pasarse.
Más allá de la vida se proyecta en cines de toda España.