La palabra más hermosa
Decía la escritora Espido Freire, en una conferencia ofrecida en Villena, que a pesar de la importancia que tiene en la actualidad la imagen, el cómo y el cuándo mostrarlas, las personas pensamos con palabras. Y son ellas las que al entregarnos a tal quehacer, motivan que nuestra mente recree visualmente dicho pensamiento. Bien buscando en su archivo de imágenes, o bien creando una componenda ficticia del lugar, el hecho o la persona lo más cercano a ellas. Defendía con este argumento el valor de la palabra frente a la imagen, manipulada en muchas ocasiones en pos de conseguir el propósito para el cual se ha creado.
Estoy totalmente de acuerdo con ella. Y es por ello que esta semana quiero dedicar las 600 que me concede el periódico a los libros, a la lectura y a la palabra. A esa oportunidad de evasión total que te concede el leer un libro. A esa ventana que representa la introducción en mundos desconocidos, épocas pasadas y vidas ajenas. Al maravillo ejercicio que supone la invención personal y única de lugares, personas y momentos. Pues la palabra escrita no pone límites a la imaginación. Concediéndonos la libertad total de la creación, sin imposición de fotogramas, sin manipulación de los estímulos visuales, simplemente eres tú, tu mente y tu fantasía. Es tal el estado de absorción al que puedes llegar cuando te abandonas a un buen libro, que olores, colores y sabores llegan a ti de un modo tangible, perfectamente identificable, de la mano de unas letras sabiamente combinadas para este propósito.
Que la palabra y su significado están ligados irremediablemente es un hecho constatado. La última muestra de ello se ha dado por Internet. El portal escueladeescritores.com convocó en días pasados, desde el 31 de marzo hasta el 21 de abril, a todo aquel internauta amante de la palabra en castellano a elegir, de entre las 88.455 posibles, la palabra más bella. Pero no la más linda en cuanto a su significado (o eso es lo que ellos pretendían), sino la mas bonita en su composición. Palabras que incluyesen letras únicas en la lengua de Cervantes como la Ñ, o que fueran conjugadas de un modo sonoro y visualmente bello, como puede ser Azahar. Pretendían que entre todos los hispanohablantes, pues nuestros hermanos de lengua del otro lado del océano también estaban convocados, saliese la acústicamente más original, sin tener en cuenta el significado que la Real Academia Española de la Lengua le tenga asignado. Muchas han sido las propuestas por los participantes: Zalamera, Zahorí, Coño, Sosiego, Sortilegio (que fue mi propuesta), entre otras.
Pero el resultado ha vuelto a dar la razón al hecho de que término y significado son uno irremediablemente. Durante muchos días encabezó la lista de vocablos más votados la sonora y alegre palabra Mandarina, pero el resultado final ha sido Amor, seguida de Libertad y Paz, demostrando que si bien estas composiciones no son lingüísticamente unas de las más armoniosas, sus significados tiene tal fuerza y son seguramente tan deseados por todos que las han hecho consagrarse como las más bellas de nuestro diccionario, no por ellas en sí, sino por lo que trasmiten e inspiran.
Por todo ello, deberían ser muchas más las iniciativas que inviten a nuestros jóvenes y niños a participar activamente en la lectura, para así desde pequeños ser educados en el lenguaje y el desarrollo imaginativo que procura esta acción. Pues en los tiempos que corren, los avances tecnológicos, (SMS, Chat) juegan en su contra, y la pillería de decir mucho con pocas letras están mutilando seriamente nuestro bello idioma. Y esa amputación no debería contar con nuestra conformidad.