Cartas al Director

La parada de autobús

Recientemente ha estado en Villena Esteban Beltrán, Director de la sección española de Amnistía Internacional. El motivo de la visita fue impartir una charla sobre Derechos Humanos y los retos que tiene la organización actualmente. Hay que decir que el acto respondió a las expectativas, incluso diría que las superó, ya que el ponente, gran conocedor de la situación que atraviesan los derechos humanos en el mundo, nos ilustró a los asistentes con múltiples ejemplos y vivencias.
La charla, por tanto, resultó más que amena; las interesantes preguntas que se le hicieron a Esteban fueron ampliamente contestadas, extendiendo aún más la charla anterior. El público que acudió esa tarde-noche a la Casa de Cultura encontró en el Director de Amnistía a una persona cercana, con un lenguaje fácil a través del cual fue desgranando miserias, atropellos y desmanes a la dignidad humana pero sin caer en el pesimismo absoluto, por otra parte paralizador, abriendo campos de acción y cierta esperanza ante los acontecimientos que en breve sucederán en el mundo –ejemplo, las elecciones presidenciales en Estado Unidos--.

La reflexión que me impongo a través de estas líneas es la de que organizar cualquier acto, por simple que parezca, esconde detrás un trabajo previo de preparación para que todo transcurra sin incidentes. Primero conectar con el personaje, lo que supone ajustarse a su agenda, habitualmente apretada, después poner en solfa todos los medios materiales, concertar el lugar y su permiso reglamentario, orquestar la publicidad adecuada teniendo en cuenta los recursos humanos y económicos, la labor de difusión local y comarcal a través de los medios de comunicación –imprescindible hoy en día–, procurar que algún componente de la corporación municipal acuda…, y a todo esto si el tiempo no lo impide. Como usted se puede imaginar “la incertidumbre” ronda siempre por ahí. Al fin, si todo resulta bien, o casi bien, los organizadores se dan por satisfechos y se animan para afrontar nuevos retos.

Todo lo anterior, soy consciente de que no es privativo de Amnistía Internacional, no, no, de ningún modo; cualquier organización de ámbito local sabe que lo que acabo de exponer más arriba se ajusta bastante a la realidad. Las asociaciones, y en Villena hay un número importante, cuando se proponen algún acto público saben que les toca bregar porque habitualmente no son muchas las personas que forman el grupo, porque el tiempo libre para estos menesteres es escaso, porque no siempre la respuesta de la población es la deseada y porque, claro está, cuando la propuesta no es la visita del cantante de moda, o el piloto de coches de moda, o el tenista de moda, o el “nominado” de moda y un largo etcétera de moda, la cosa se complica enormemente. Con sinceridad, “no vende” una persona que viene a hablarnos de tropelías y atentados a los derechos humanos. No vende porque no nos gusta que nos recuerden el lado oscuro de la humanidad, que nos abran, siquiera por unos minutos, la trastienda de la pobreza y la marginación, del crimen y la tortura. No vende. Es normal que huyamos de aquello que nos inquieta y molesta, que nos obliga a pensar un poco, es normal, yo mismo no arrojaré la primera piedra. Si en casa, cuando “ponen” el telediario cambiamos a otras cadenas más amables, estamos mandando el mensaje a los más jóvenes de que todo eso no nos concierne, que no nos preocupa mucho y que, para miserias ya tenemos bastantes con las nuestras. Los más jóvenes captan la idea y luego, claro, convéncelos de ser solidarios, etc., etc.: ¡misión imposible!

Las poblaciones más pequeñas –tipo Villena– no reciben continuamente a personalidades de calado nacional o internacional, por eso cuando alguna persona relevante nos visita, opino que podíamos estar al tanto y ver y oír qué dice. Sí, ya sé que mucha gente me estampará en la cara, y con razón, que después de la jornada de trabajo y la tensión acumulada no se está para muchas reflexiones, sin embargo a pesar de los pesares el esfuerzo, a veces, merece la pena. Recuerdo una vez que vino a Villena un profesor de Madrid, experto en asuntos de paz y compromiso, a hablar de estos temas tan “odiosos”; en el salón de actos de la Casa de Cultura estábamos unas treinta personas, repito treinta personas contando amigos y familiares. El conferenciante dio una de las mejores charlas que recuerdo, sin importarle el aforo.

El Sr. Beltrán, al finalizar su exposición el otro día, comentó que en un poblado beduino (desconocido por la opinión pública), al sur de Israel, sus habitantes estaban reivindicando el derecho a… ¡ que les pusieran una parada de autobús! Casi nada. No es por molestar pero en el anuncio de Orange en la televisión se afirma, literalmente, que tenemos derecho a… ¡Internet! Saquen conclusiones.
En fin, y en éstas andamos.

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