La pila bautismal de la iglesia de Santiago
La capilla bautismal es un recinto de planta triangular cubierto con bóveda de crucería asimétrica, opuesto a la sacristía, al que da acceso una verja de hierro. En su interior, se hallaba colocada hasta hace pocos años la magnífica pila bautismal atribuida al escultor italiano Jacobo Florentino, que actualmente se encuentra en la parte derecha del presbiterio. Se trata de una pila bautismal que tiene forma de rosa con los pétalos abiertos y está decorada con un relieve formado por ángeles con las alas desplegadas.
Tiene un pie compuesto de basa cuadrada decorada con animales fantásticos y, sobre ella, un podio rodeado por un collarino decorado con temas vegetales: Entramos por último una verja de hierro que da paso a un recinto cubierto con bóveda de crucería asimétrica: es el opuesto a la sacristía; aquí es donde se encuentra la hermosa pila bautismal supuesta obra de Florentino: labrada en piedra alabastrina, tiene un pie compuesto de basa cuadrada con animales fantásticos; en los ángulos, roeles y guirnaldas; sobre la basa, un podio redondeado con un collarino de tema vegetal y guirnaldas de bolas y lazos. La pila propiamente dicha adopta la forma de una rosa con los pétalos abiertos, de considerable amplitud, escasa profundidad y adornada con ángeles cuyas alas están desplegadas con rítmica unidad (Portillo, 1967, 62).
La pila es de gran calidad artística y una de las joyas más valiosas de la iglesia de Santiago; por ello, se ha atribuido a Jacobo Florentino. La pila bautismal completa tiene forma de cáliz, en el que la copa es la pila propiamente dicha, que tiene forma de rosa con ocho pétalos, cuatro de ellos de forma semicircular y los otros cuatro en arista. Los ocho están decorados con una figura de una sirena alada cada uno de ellos. El pie del cáliz que forma la pila bautismal tiene forma cuadrada y cada uno de sus cuatro ángulos está decorado con una figura de una harpía.
La pila bautismal se ha atribuido a uno de los mejores artistas del renacimiento español, el italiano Jacopo Lazzaro Torni, más conocido como Jacobo Florentino y apodado lIndaco Vecchio, que nació en Florencia en 1476, fue discípulo de Domenico Ghirlandaio y compañero de Miguel Ángel. Jacobo Florentino abandonó Italia en 1513, se trasladó a España en 1520 y trabajó en la Capilla de los Reyes Católicos de la catedral de Granada hasta 1522, en que se trasladó a Murcia para trabajar en la torre de la catedral, ocupando el cargo de Maestro Mayor tras la muerte de su hermano Francesco Florentino. Entonces consiguió el permiso del Cabildo para trabajar también en la iglesia de Santiago de Villena, en la construcción del edificio de la sacristía y la sala capitular, y en la Casa Abadía (actual Ayuntamiento), hasta su muerte en 1526 en Villena (Alonso, 1997; Soler, 2006, 197). Fue pintor, escultor y arquitecto, y uno de los introductores del estilo del quattrocento italiano en España, que daría lugar al primer período renacentista español, conocido como plateresco. Es por ello que el Renacimiento se introduce en España a través de Murcia y de su catedral, y la influencia murciana explica que los primeros edificios renacentistas alicantinos y valencianos en general sean, precisamente, el edificio de la sacristía y la sala capitular de la iglesia de Santiago de Villena, el Palacio del Ayuntamiento y la iglesia parroquial del vecino pueblo de Biar, con su magnífica portada plateresca.
Se sabe que un famoso escultor discípulo de Miguel Ángel, conocido por lIndaco vecchio, abandonó Italia en 1513; que, en 1520 se hallaba en Granada trabajando en la Capilla Real, y que, en 1521, se trasladó a Murcia, en donde ostentaba el cargo de Maestro Mayor y estaba construyendo la torre de la catedral. Se sabe también que murió en Villena en 1526; y que parece indiscutible su construcción de la espléndida pila bautismal, más suave y delicada, en opinión de Pérez Sánchez, que la de la Capilla Real de Granada, labrada por Francisco Florentín, hermano de Jacobo (Soler, 2006, 197). Jacopo Florentino lIndaco Vecchio, vinculado, según Vasari, al círculo florentino de Miguel Ángel, se trasladó a España en compañía de Pedro Machuca en 1520, y juntos aparecen como pintores. Pronto se reveló como un escultor de fuerte impacto, dada su adaptabilidad a las corrientes artísticas del Renacimiento español, e incluso, y pese a sus iniciales carencias arquitectónicas, será uno de los verdaderos introductores del estilo en Andalucía. En 1521, tras la muerte de Francisco Florentino, se le encomendó la continuación, con diseños suyos, de la torre de la catedral de Murcia (Navarro y Vidal, 1985, 405). La muerte de Jacopo Florentino, el 27 de enero de 1526, cuando se hallaba iniciada la construcción del aula capitular y de la sacristía, ha inducido a relacionar con él todo el conjunto del estilo que se levanta en la ciudad, excepción hecha del retablo de la Virgen de la Esperanza, atribuido a Quijano. Ello, pese a las reticencias señaladas por Chueca, quien considera circunstancial su presencia, habida cuenta de sus encargos murcianos y granadinos (Navarro y Vidal, 1985, 405). El 22-10-1522 tuvo el permiso del Cabildo para trabajar en Villena.
Una joya del Renacimiento
El conjunto atribuido a Florentino en Santiago de Villena se halla formado por la sacristía, el aula capitular, la pila bautismal, los dos sepulcros de los Medina y las ventanas de la torre (Navarro y Vidal, 1985, 405), aunque pudo participar también en las demás obras renacentistas de la ciudad, sobre todo en lo que hoy es el Palacio del Ayuntamiento. Al estilo de Florentino corresponde también la pila bautismal, decorada en el pie y en la taza por un friso de sirenas aladas mientras el vástago se recubre de una red de escamas, vegetales y perlas (Navarro y Vidal, 1985, 406). Se ha dicho que la pila bautismal de Santiago de Villena es una de las grandes piezas escultóricas del Renacimiento español (Navarro y Vidal, 1985, 409).
La sacristía de Santiago, las dos ventanas y la portada de la misma sacristía, así como la pila bautismal, de clara influencia italiana, se deberían a Jacobo Florentino o a su influencia. Así, Benito y Bérchez han mostrado la evidente inspiración que sobre la portada ejercieron las ediciones del Vitrubio de Fra Giocondo (Venecia, 1511 y 1513) en relación con la lámina XXX del Libro Cuarto, un dibujo de una portada, o ventana, que debió servir de inspiración, y la lámina IV de la edición del Cesariano (Como, 1521), de la que se reproducen los triglifos dóricos que en lugar de tres canales llevan tres balaustres de doble panza y que, en el caso de Villena, se superponen al extraño capitel, ya citado (Navarro y Vidal, 1985, 406). Sin embargo, la sacristía de Santiago, con las dos ventanas y la portada, la pila bautismal y el edificio del actual Ayuntamiento, también se han atribuido a la misma autoría de Jacobo Florentino, ya que la muerte de Jacopo Florentino, el 27 de enero de 1526, cuando se hallaba iniciada la construcción del aula capitular y de la sacristía, ha inducido a relacionar con él todo el conjunto del estilo que se levanta en la ciudad, excepción hecha del retablo de la Virgen de la Esperanza, atribuido a Quijano. Ello, pese a las reticencias señaladas por Chueca, quien considera circunstancial su presencia, habida cuenta de sus encargos murcianos y granadinos (Navarro y Vidal, 1985, 405). Tras la muerte de Jacobo Florentino en 1526, prosiguió las obras el también magnífico artista renacentista Jerónimo Quijano, que fue el arquitecto del Colegio de Santo Domingo de Orihuela.
Bibligrafía:
Domene Verdú, José Fernando: El conjunto monumental gótico-renacentista de Villena, Alicante, 2014.