Cartas al Director

«La política de los políticos» (artículo de opinión)

Hace poco el sr. Font de Mora, Conseller de Educación de la Generalitat Valenciana, inauguró el ansiado tercer instituto en Villena. Ni qué decir tiene que el nuevo centro es bienvenido por la ciudadanía, que cuenta con otro espacio de cultura y conocimiento. No voy a hacer ningún comentario en relación al orden y mérito de las medallas que se colocan los políticos, Juan José Torres, ex concejal de Educación, lo ha dejado claro en su magnífica carta. Mi reflexión, al hilo del ya manido e indignante asunto de Educación para la Ciudadanía, es sobre la legitimidad y conveniencia de las órdenes dictadas por las autoridades que nos gobiernan.
Es patente que cualquier gobierno, local, autonómico o nacional, debe ajustarse a unas normas, que necesariamente pasan por plegarse a la Constitución y a todo ese entramado legal emanado de la Carta Magna. Sabemos que hay tribunales de justicia que constantemente están interpretando la letra pequeña de las leyes. Tribunales que, como el Constitucional, dirimen sobre asuntos realmente espinosos y que afectan a un amplio sector de la población. También sabemos que dentro del seno de los jueces hay, a su vez, voces discrepantes y que en sentencias polémicas dejan constancia de su propia opinión a través de votos particulares. En fin, como podemos apreciar las normas emanadas de los diferentes gobiernos están sujetas a interpretación en muchos casos, siendo que los propios juristas de los gobiernos rebuscan entre los bordillos de la propia ley para incluir tal o cual normativa. Es en estos casos cuando el poder ejecutivo hace equilibrios y retuerce la legislación para adaptarla a su ideario político, para plantar cara a otras normas de otros gobiernos –ejemplo, el caso del gobierno del sr. Camps contra el del sr. Zapatero— o con el ánimo de dilatar en el tiempo otras disposiciones hasta hacerlas embarrancar.

Todo lo anterior nos lleva a la pregunta: ¿dónde está el límite de la acción de gobierno? Dando por supuesto que hay que acatar la Ley –faltaría más–, el caso es que muchas veces el ciudadano de a pie tiene la impresión de que sus gobernantes le están tomando el pelo. ¿Cómo entender, si no, el desvarío de la ruidosa asignatura Educación para la Ciudadanía? El concejal de Educación del Ayuntamiento de Villena, sr. Oliva, en el último pleno, dijo que la famosa orden tiene “cobertura legal obvia y evidente”; la sra. Alcaldesa, Celia Lledó, habla de “calidad de enseñanza” en referencia a las actuaciones de la Generalitat; y el propio Conseller, Font de Mora, en la inauguración del tercer instituto, remacha el clavo afirmando que “su Conselleria” pretende “dignificar la imagen del profesorado”. ¿Dignificar la imagen del profesorado?

Aviso para navegantes: ¡así se dignifica la imagen de un colectivo! Faltándoles al respeto, jugando con su profesionalidad y forzando hasta el límite las atribuciones como gobernante. Un ejemplo bien simple: imaginen que a los médicos, en los hospitales, valiéndose de una ley que no dice nada al respecto, se les ordenase que las batas que llevan en vez de blancas fueran de color rosa, para alegrar un poco más esos centros en los que muchas veces la desesperación y el dolor es moneda común. Cobertura legal, también. Puesto que no hay una normativa que obligue a que la bata sea blanca, la Conselleria de Sanidad impone el color rosa. Obvio y evidente, calidad de la sanidad, dignificar la imagen de los médicos que así parecen más divertidos. ¿Qué les parece?

Miren, si se abre la veda en un sector, tengan la absoluta seguridad de que no será el último. En esta batalla estamos todos. Si se creen que sólo afecta al profesorado están equivocados. Si el barco zozobra la clase de camarote importa poco. Es fácil adivinar que si prospera la normativa irreverente de EpC, el Gobierno estará tentado en meter mano a otros asuntos. ¿Quizás los impuestos? –eso sí, obvios, evidentes, con calidad y dignificantes–, ¿acaso aportar nuestro dinero para tapar socavones financieros? –muy evidentes, muy obvios…–, ¿seguimos?

Una cosa es legislar de acuerdo a la Ley y otra es legislar de acuerdo a la Ley, al sentido común y las normas de convivencia más admitidas y sensatas, aunque no estén escritas. Sé perfectamente que el ejemplo de los médicos es un tanto disparatado, pero caricaturizando los hechos se ven con más notoriedad. Las urnas no dan ningún cheque en blanco al gobernante, sea éste alcalde, conseller o presidente. Ya sabemos de la habilidad de ciertos políticos para enmascarar y enmarañar las cosas; es tarea nuestra estar vigilantes. Da coraje que nos traten como imbéciles. Y por cierto, la bata: blanca.

Fdo: Francisco Tomás Díaz

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