La práctica del cuñadismo en el Ayuntamiento de Villena
Ya estamos en Navidad. Unas entrañables fechas para compartir mesa y mantel con amigos y familiares, incluidos los tan temidos cuñados y cuñadas. Una figura plagada de estereotipos que ha inspirado multitud de parodias, contribuyendo a generar una cultura del humor y un imaginario colectivo cada vez más asentado en nuestra sociedad, incluida la actividad política.
Los cuñados y las cuñadas son los hermanos políticos, al igual que los suegros y las suegras son los padres políticos. Un adjetivo que, en este caso, suele aportar un matiz no siempre bondadoso e imparcial, contagiado por el prejuicio y la mala fama atribuidos a personas que son consideradas insoportables. De hecho, se suele usar el término, no sin cierta crueldad, para dejar claro que no existe vinculación consanguínea y que se trata de familiares postizos a los que se les aguanta muy a nuestro pesar porque no hay más remedio, como suele ocurrir con los políticos profesionales. Los lazos afectivos surgen de trámites administrativos que provocan cambios en el estado civil de unos y en el estado de ánimo del resto de afectados. Ya se sabe, una boda religiosa o civil ocasiona efectos colaterales.
Pues bien. En los últimos días la ciudadanía ha asistido perpleja a lo que podríamos denominar cuñadismo político en el ámbito municipal. Un agrio cruce de acusaciones por presuntos favoritismos entre cuñados y las ofendidas reacciones exigiendo disculpas por unas desvergonzadas declaraciones Más allá de las vestiduras rasgadas, los exabruptos o las exageradas salidas de tono mirando hacia la galería, lo evidente es que se ha procedido a revisar la concesión de una subvención por posible incumplimiento de las bases, como ha reconocido el propio alcalde.
En este caso, el cuñadismo no se deriva de la relación personal entre los implicados en el asunto, sino más bien de la pretensión de querer justificar lo injustificable, llegando a rozar lo cómico o lo absurdo. El ser cuñado de no debería suponer un motivo de descalificación. Pero el ser mal gestor de lo público sí debería suponer un motivo de fiscalización y crítica.
Tías, sobrinas, hijas, padres, cuñados, primos, hermanos o esposos han convivido y conviven desde hace años en el Ayuntamiento de Villena como concejales, cargos de confianza, funcionarios o personal laboral. Lo han hecho en legislaturas pasadas y lo siguen haciendo en esta. Eso no es necesariamente el problema. El problema es que, sean quienes sean, no estén capacitados o capacitadas para asumir un cargo y la responsabilidad que conlleva.
En fin. Que las Navidades les sean leves. Ya queda menos para que terminen