La Semana Sagrada
Estos días pasados se ha celebrado por parte de la comunidad cristiana, católica y romana la festividad de la Pascua, que conmemora la resurrección de Jesucristo. La fecha de celebración varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ya que tiene lugar el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. Los primeros cristianos, que eran judíos, la celebraban recordando el éxodo de su pueblo de egipcio y su liberación de la esclavitud; los cristianos convirtieron la celebración de la Pascua judía en la fiesta de la resurrección de Jesús. Los judíos, por su parte, continúan celebrándola al estilo del Éxodo.
Para el resto de mortales, la pascua, que literalmente significa paso, no es más que eso, el paso del invierno a la primavera, y se celebra con unos días libres a los que algunos llaman vacaciones, y lo digo porque, si te paras a pensar, aquí son unos cuantos días no laborables que rodean a un fin de semana, y no es que este año haya caído así por casualidad, es que todos los años jueves santo, como su propio nombre indica, cae jueves. Y tal vez lo peor es que al celebrarse en el citado paso o cambio de estación nunca se puede saber con certeza la climatología con la que te vas a encontrar, y como este año, probablemente llueva. Estos días de penitencia y resurrección he recordado por qué hacía tanto tiempo que no los pasaba aquí y por qué hay tanta gente que hace lo mismo y se marcha: por aburrimiento. Un claro ejemplo de este tradicionalismo poco sugestivo es la mona, un bollo dulce acompañando a un huevo con cáscara incluida. Si la combinación funcionara ya hubiesen inventado los donuts con un huevo en el centro.
Evidentemente este producto se sostiene en el mercado por su tradicionalidad, y no sé si acabo de inventar una nueva palabra, pero ciertamente si no fuera porque es tradicional comerse la mona de pascua después del domingo de resurrección este producto habría desaparecido del mercado. Como fórmula de atracción a nuevas generaciones se ofrecen distintas opciones más llamativas, las monas con forma de otros animales, como la lagartija, y no es que la mona tenga forma de primate. También encontramos monas con huevo de chocolate, incluso las hay con huevo de chocolate con regalo dentro. Reconociendo el poco éxito que tiene esta Semana en Villena y el poco interés que tengo yo en que lo tenga, se me han ocurrido varias ideas que aunque no solucionarían el problema darían un toque renovado e innovador a esta celebración, combinando los actos cristianos con actos paganos. Aprovechando la reciente inauguración del vial que va de la Losilla a las Cruces, propongo que al próximo año se cambie el recorrido del vía crucis por el nombrado vial, pasándose a llamar Vial Crucis. Otra de las propuestas, que agradaría a muchos, además de evitar que algunos huyeran como en éxodo en las vacaciones de Pascua, sería la creación de un nuevo desfile tras el Domingo de Resurrección, en la que participaran miembros de las distintas comparsas, del bando cristiano, claro está, ataviados con sus trajes oficiales. Esto está claro que le gustaría a más de uno, pero disgustaría a muchos, y podría acarrear graves consecuencias, ya que, tal vez, muchos se pasarían de bando y sería una discriminación injusta para el bando moro.
Todo esta sucesión de barbaridades no tiene otra finalidad que reflejar lo aburrida que puede llegar a ser la Semana Santa y poner en evidencia lo evidente: que a la mayoría de la gente, que no a todos, no les gustan estas festividades por su carácter religioso, sino más bien por su carácter festivo; no hay más que mirar el colapso que sufren las iglesias de nuestra ciudad un domingo cualquiera, colapso no por la multitud, sino por el lento caminar de las ancianas que allí acuden. Cada vez son menos las cuadrillicas que se quedan en Villena en estas fechas y los que se quedan es porque no tienen otra, y si es reconocido por todos que en Villena hacen falta más alternativas de ocio, en estos días, si encima llueve, todavía más.