La tradición literaria
Abandonad toda esperanza, salmo 115º
Muchos critican, con más razón que un santo, que en esta cita semanal que tengo apalabrada con ustedes hablo mucho más de películas y de cómics que de libros. Pero espero que no se les haya pasado por la cabeza que soy un inconsciente, o peor aún, un moderno, y que reniego de la tradición literaria para abocarme así, a lo loco, en la cultura visual que impera en nuestros días.
Para nada. Esta diferencia cuantitativa tiene una explicación mucho más sencilla: por su propia idiosincrasia, consumimos películas o cómics a bastante velocidad: las primeras suelen durar entre noventa y ciento veinte minutos; los últimos, salvo contadas excepciones, se pueden leer en media, una hora a lo sumo. En cambio, un libro nos suele acompañar, para bien o para mal, durante varios días, y en ocasiones hasta semanas o meses, si se trata de una obra de consulta o si su lectura empieza a aburrirnos pero no nos atrevemos a dejarlo de lado.
Por lo tanto me parece de justicia, después de comentarles las que un servidor consideraba las mejores películas del 2007, así como el recomendarles algunos cómics de buen ver para regalar en el pasado Día de Reyes, el rescatar algunos libros que hemos catado este año que ahora termina.
No obstante, no puedo dejar de señalar que la del 2007 fue una pobre cosecha en cuanto a lecturas, al menos en lo referente a las que me tocó en suerte catar. Sin ir más lejos, las dos mejores novelas que leí, y que ya les recomendé en su momento (Kafka en la orilla de Haruki Murakami y No es país para viejos de Cormac McCarthy), tienen por fecha de edición 2006.
Así pues, en un año flojo en novedades, y en el que hasta Paul Auster defraudó con Viajes por el Scriptorium, considero que la mejor novela de este 2007 es, oh qué sorpresa, la última del citado Cormac McCarthy: La carretera. Una narración postapocalíptica protagonizada por un padre y su hijo en pos de la supervivencia, que sin alcanzar el nivel de la anterior brilla sin esfuerzo alguno por encima del resto de novelas editadas a lo largo del año.
En cuanto a ensayos, habría que destacar como el acontecimiento del año... un libro de 1949. Me refiero al Diccionario de ismos escrito por ese poeta radical y visionario llamado Juan Eduardo Cirlot. La recuperación por parte de Siruela, en una preciosa edición, de esta joya de nuestras letras no merece, no puede, pasar desapercibida. Un libro para leer, releer y deslumbrarse con su fulgor.
En cuanto a poesía, les confieso que soy un mal lector, aunque como todo el mundo tengo mis filias particulares. De entre estas, y ya que Borges (ese aplaudido cuentista y ensayista, pero grandísimo e incomprendido poeta) no se ha dignado a escribir ninguna oda nueva, me permitiré recomendarles La Universidad Desconocida, volumen que recoge la poesía que dejó inédita el chileno Roberto Bolaño tras su muerte en el ya lejano 2003. Cómo pasa el tiempo.
La carretera, Diccionario de ismos y La Universidad Desconocida están editados por Mondadori, Siruela y Anagrama respectivamente.