Fiestas

La vida, la banca, la fiesta y la crisis

Acto Primero. La vida. Un poco de historia. Tengo que decir que me crié en una disciplina económica muy semejante a lo que ahora se denominan recortes, y que no es otra cosa que ajustarse a lo que uno tiene, sin pretender vivir como alguien más adinerado que tu, y priorizar. Ni más, ni menos.
Lógicamente, si no se disponía de dinero para extras, como pudieran ser cenas fuera de casa, vacaciones o simplemente desayunar algo distinto a un bocadillo traído de casa, no se hacía porque todo esto no era pagar los libros, los colegios, etc. Por lo tanto, no se gastaba más de lo estrictamente necesario. Y por supuesto, siempre había que guardar para lo que pudiera venir. Dicho esto, debo decir que no albergo un solo recuerdo de mi infancia infeliz ni nada que se le parezca. Quizás por esta razón mis hermanos y yo estudiamos, obtuvimos carreras y estudios medios y dispusimos de un apoyo económico cuando fue necesario por parte de nuestros padres.

Consecuencias: mis padres nunca salieron de su cuarto piso sin ascensor; nunca tuvieron préstamo alguno (y se compró cuando hubo dinero); ni saben lo que es un crucero; ni tampoco saben esquiar (entre otras muchas cosas totalmente prescindibles, aunque la tele y el sistema actual capitalista digan lo contrario). Ahora viajan una vez al año felizmente jubilados.

En resumen, ni hace mucho tiempo antes (cuando la cosa era complicada), ni antes (cuando todo mejoró), ni ahora (que la cosa esta plenamente “jodida”), han variado su forma de organizarse la vida y sus prioridades.

Acto segundo. La Banca y la Fiesta. Una vez expresada mi opinión sobre la “evolucion” en la manera de vivir la vida en general, expongo varios razonamientos como trabajador, de las fiestas de moros y cristianos en particular.

Este empleado del sector financiero recuerda que cuando era más joven de lo que soy ahora, y todavía no trabajaba en banca, escuchaba lo que consideraba que eran leyendas urbanas consistentes en aquella frase famosa de “en Villena se piden préstamos para fiestas”. Y en realidad, hay de todo:
- Gente que pide préstamos para ser un año cargo festero “para ir más desaogao”, entendiendo “desaogao” como que me voy a pegar unas fiestas de narices y el que no pueda que se joda, aunque el resto de año me lo tenga que pagar mi padre porque no puedo ni pisar la calle, y ¡como voy yo a estar un sábado sin pisar la calle!
- Padres que piden préstamos para que su nena sea madrina, que complementado con el pequeño riñón que tenemos y que a la que voy me cepillo, porque… “¡hasta ahí podíamos llegar, que mi sobrina sea madrina y mi nena soldadica rasa!”. Y me paso por el forro que luego tengo que pagar sus libros y uniformes y tenga que tirar de tarjeta de pago aplazado y cada vez hago la pelota más grande y termino por hacer una segunda hipoteca de mi casa porque ya no se ni por donde voy.
- O pido un anticipo de nómina de agosto para pagar la cuota con el 20% de recargo porque el resto del año he devuelto el recibo, y ¡como voy a decir que no salgo en fiestas! Cualquier cosa excepto asumir que tengo menos recursos que el repertorio de Los del Río.
- Y por supuesto toda la gente que sale impunemente en fiestas, protegidos por el secreto profesional que se debe guardar, no pudiendo entender como una persona que está a punto de quedarse sin vivienda porque debe dos recibos de su hipoteca, no solo no pisa la calle (que sería lo normal), sino que puede salir e incluso dentro de una escuadra especial. Yo personalmente me querría morir.
- Lo más impactante de todo es que esto, bromas aparte, es una situación que se produce todos los veranos en nuestra estimada ciudad.

Acto Final. La Crisis. Para terminar, comentar que solo hemos querido aportar esta pequeña labor de investigación que pone de manifiesto que “habemos gente pa’tó” y que, ironías de la vida, hay personas que no pudiendo, viven en una casa unifamiliar, han ido a un crucero, saben esquiar y por supuesto pagan una casa en fiestas con “añagueros” (aunque todo esto posiblemente lo paguen hasta que se mueran).
Por otra parte, hay otras personas que pudiendo haber tenido todo lo anterior, prefirieron dar estudios a sus hijos, vivir en un cuarto sin ascensor, no pisar un crucero y pertenecer, y a mucha honra, a la poco encumbrada “comparsa de los mirones”; o la legión cada vez mayor que abandona Villena esa semana, porque no puede soportar la falta de coherencia, la hipocresía y la paradoja que se produce con gente que no tiene nada, pero que curiosamente, parecen tener de todo.

Dedicado a mis padres, por su acertada filosofía de vida

Pedro Juan

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