La vuelta a la tortilla
Abandonad toda esperanza, salmo 225º
El protagonista de Fantástico Sr. Fox es colega mío, pues se gana la vida escribiendo una columna de opinión; pero como no le llega para alimentar a su familia -a mí tampoco, obviamente-, se dedica a robar gallinas a los granjeros de la región. Yo todavía no me he visto en esa tesitura, pero viendo la película me sentí cercano a las vivencias de este simpático zorro y sus allegados. Y eso que a mí la animación, salvo excepciones muy contadas, siempre me distancia pues la percibo inconscientemente como algo no real.
En efecto, la nueva película de Wes Anderson es animada, lo que alejará de las salas a todos los que gustan de cargar con prejuicios a sus espaldas. Si hicieran como yo y le dieran una oportunidad descubrirían que este film de trama apasionante y factura modélica sigue caracterizándose por la inteligencia, la ironía y el humor marciano que han convertido la filmografía de este cineasta, con títulos como Los Tenenbaums, Life Aquatic o Viaje a Darjeeling, en la prueba fehaciente de una voz propia: a veces se asemeja un poco a Todd Solondz o los hermanos Coen, pero un cine como el suyo solo puede hacerlo él. Y con este nuevo trabajo ha conseguido convencerme de que la mejor película a partir de un texto de Roald Dahl no la han hecho ni Nicolas Roeg ni Danny DeVito, ni siquiera Tim Burton; la ha hecho un director indie como él, y la protagonizan muñecos animados.
Los tiempos están cambiando, que diría Dylan... También la semana pasada vi otra de las películas que están en cartel: Desde París con amor. Ahí acaban las similitudes entre ambas, pues esta ni es de animación ni es inteligente. Muy al contrario, es un buen ejemplo de la infantilización que está experimentando últimamente el cine de entretenimiento: ya no importan las motivaciones de los personajes ni la intriga que debería mantener en vilo al espectador; lo único relevante es qué explota más fuerte o quién la tiene más grande. Y me refiero a las pistolas.
El film está protagonizado por un John Travolta pasadísimo de rosca -el peor Travolta, el de Broken Arrow u Operación Swordfish- y dirigida por Pierre Morel, que venía de dirigir la entretenida (esta al menos tenía eso) Venganza. Pero decir que Desde París con amor es un film de Pierre Morel es darle al realizador una importancia que no merece, como no importa que una hamburguesa del Burger King la haya preparado este o aquel cocinero; si hay un auteur detrás de las cintas de Morel ese es Luc Besson, guionista y productor de ambas, y por el que no siento la menor simpatía. Creo que la culpa es de El quinto elemento, la película de ciencia ficción más hortera de la historia.
Después de ver Fantástico Sr. Fox el pasado sábado me enteré de que, casualidades de la vida, aquel día era el cumpleaños de su realizador. Cuándo es el de Besson ni lo sé ni me importa; tampoco es que fuese a llamarlo para felicitarle. Lo que sí sé es que hace años que no es noticia que el cine de animación ya no es necesariamente para niños, pero sí debería serlo lo estúpido que se está volviendo buena parte del cine protagonizado por actores reales, y esto es algo que no va a arreglar ni el Todopoderoso ni James Cameron. Solo buenos guiones.
Fantástico Sr. Fox y Desde París con amor se proyectan en cines de toda España.